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La ‘politización’ del fútbol o el éxito de lo anecdótico > Luis Padilla

Ya lo dijo Jorge Valdano (nos ponemos de pie, pese a la momentánea conversión al tebarismo) hace más de una década: para el periodismo, lo menos interesante del fútbol son las dos horas de partido. La situación ha empeorado con el tiempo, aunque, en defensa del gremio, hay que decir que a muchos aficionados al fútbol lo que menos le interesa del fútbol también son las dos horas de partido.

LOS DATOS. No vamos a entrar en el debate de si fue primero el huevo o la gallina: de si los medios de comunicación ofrecen lo que reclama el espectador, lector u oyente… o si éste al final pide lo que le dan. Lo que si nos confirma la interacción en Internet y los shares televisivos es que tienen mayor audiencia las polémicas arbitrales, las declaraciones victimistas o el griterío puro y duro que cualquier análisis puramente futbolístico. Esta semana nos ha dado ejemplos de sobra de que el fútbol se ha politizado: el titular llamativo triunfa sobre el análisis profundo. Y la descalificación (o el insulto) sobre el juicio mesurado. Así, las valoraciones de dos goles antológicos de dos futbolistas descomunales, Leo Messi y Cristiano Ronaldo, apenas merecen comentarios de los lectores en Internet y lo mismo ocurre con el juego espectacular desplegado por la selección española. Sin embargo, las actuaciones arbitrales que rodearon a Barça y Madrid, la designación de la sede de la final de la Copa del Rey, las palabras (o las interpretaciones de esas palabras) de los técnicos en rueda de prensa o hasta el color de la camiseta de la Roja incendian la Red. Y las barras de los bares. Y las oficinas. Y…

LA ISLA. Tenerife no es una excepción. Las declaraciones de Tébar se escrutan hasta el mínimo detalle en foros y redes sociales. Y también en las barras de los bares, en las oficinas, en las paradas de guagua… Y lo mismo ocurre con todo lo que rodea al fútbol y que sea susceptible de polémica. Al final, lo que ocurre el domingo sobre un terreno de juego durante dos horas se convierte en un molesto paréntesis en medio de la discusión sobre aspectos colaterales o ajenos a lo estrictamente futbolístico. Y se pasa por alto que el Tenerife perdió ante el colista de la categoría por algo más que por unas declaraciones inoportunas, un césped artificial en pésimo estado o una resaca carnavalera. Y aunque no haya ocupado el centro del debate, lo cierto es que el conjunto blanquiazul ha manifestado graves deficiencias futbolísticas en sus dos últimas apariciones: no genera situaciones de ventaja con el balón, abusa del pelotazo, exhibe carencias de concentración, no domina aspectos básicos del juego, tiene media docena de futbolistas en una alarmante baja forma… En definitiva, nada que una buena polémica no haga olvidar. Aunque sean problemas con peso suficiente para dejar al Tenerife fuera de las eliminatorias por el ascenso.