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La tragedia 10 años después

[apunte]Una tragedia en imágenes. Fotos: Sergio Méndez

La avenida Reyes Católicos quedó totalmente inundada. La propia orografía de la Isla y, en concreto, del macizo de Anaga es uno de los agentes que combinados con la convergencia de la brisa en superficie y un episodio atmosférico inestable produjeron el sistema tormentoso multicelular, que produjo la lluvia torrencial con un fuerte aparato eléctrico que se prolongó durante horas. Desde las 15.00 hasta las 17.00 horas,aproximadamente, cayeron casi 240 litros por metro cuadrado; la misma cantidad de lluvia que cae en un año normal en la misma zona. El plan de modelo de gestión de drenajes incluído en el Plan de Riesgos frente a Avenidas del Consejo Insular de Aguas de Tenerife,(CIATF) del Cabildo insular, evitarían que se produjese una situación similar.

El agua causó desperfectos en centenares de viviendas. San Andrés (en la imagen) y el barrio de La Alegría fueron dos de las zonas más afectadas por aquella tormenta que se instaló justo encima de la capital tinerfeña. Desde el Ayuntamiento de Santa Cruz se estableció un programa de reposición de viviendas dirigidas a los vecinos que tuvieron que ser desalojados porque sus casas quedaron dañadas de forma irreparable. En el último decenio ya se han entregado seis promociones: 21 viviendas en San Andrés, 11 en Barranco Grande, 57 en el barrio de La Alegría, 17 en el barrio de La Salud y 11 nuevas casas en Valleseco. Se realizaron obras en los barrancos santacruceros por valor de 12 millones de euros.

Los trabajos de limpieza municipal se extendieron durante semanas. Inmediatamente después de la riada, las administraciones pusieron en marcha diversas acciones de emergencia y, sobre todo, de limpieza de los cauces, ante el temor de nuevas lluvias, ya que éstos habían quedado soterrados por la gran cantidad de aparejos que habían sido arrastrados por el agua. A raíz de lo acaecido en el mismo año, desde el CIATF se inició un programa de actuaciones en los barrancos que presentaban mayor peligrosidad, centrados en el término municipal de Santa Cruz, aunque también, en estos diez años se han desarrollado acciones en otros puntos de la Isla con el fin de construir infraestructuras que mejoren la evacuación de las aguas de lluvia y mejoren la seguridad de personas y bienes. [/apunte]

ÁNGELES RIOBO | Santa Cruz de Tenerife

La tormenta acaecida en Santa Cruz de Tenerife el 31 de marzo de 2002 costará que desaparezca de la memoria de muchos tinerfeños y santacruceros. Ocho muertos, decenas de heridos, centenares de familias sin casas, cuantiosas pérdidas materiales y un paisaje catastrófico, fue el saldo fatal de aquella tarde del último domingo de Semana Santa, que pasó a la historia como uno de los episodios más fatídicos en la capital tinerfeña.
Según explica José Luis Hernández, miembro de la Asociación Canaria de Meteorología, el proceso tormentoso fue, principalmente, el resultado de la combinación de tres factores: el particular relieve de la península de Anaga, la convergencia de vientos en superficie y la enorme inestabilidad atmosférica. Todo ello dio como resultado una estructura nubosa multicelular que provocó que la lluvia torrencial se prolongara de forma ininterrumpida durante dos horas y media, con un aparato eléctrico que se alargó desde las tres hasta las siete de la tarde.

Hernández recuerda que la naturaleza es caprichosa e invita a tomar conciencia sobre el riesgo de avenidas de la Isla de Tenerife debido a su relieve abrupto. “Tenemos que convivir de forma responsable con esa realidad”, recuerda el experto.

Pero a su vez, la riada de 2002 fue un revulsivo para todos. Por un lado, ayudó a la sociedad a tomar conciencia sobre su entorno y sobre la importancia de respetar a la naturaleza, por ejemplo, no construyendo en laderas ni barrancos. Por otro, automáticamente, las administraciones se pusieron en marcha para paliar los daños, pero, sobre todo, para que en caso de que la naturaleza volviera a hacer de las suyas nunca volviera a causar tanto perjuicio a la sociedad.

El Ayuntamiento de Santa Cruz puso entonces en marcha su recién estrenado Plan de Emergencia Municipal para dar respuesta a la población. Al frente de la Concejalía de Seguridad estaba Hilario Rodríguez quien hoy celebra los grandes avances que se han hecho en la capital. También se puso en marcha el plan para la recuperación de Santa Cruz por el que se adoptaron medidas urgentes para reparar los daños ocasionados por las lluvias torrenciales.

Máximo histórico

La tarde del 31 de marzo de 2002 llovió como nunca. Los pluviómetros registraron el máximo histórico de intensidad de precipitación desde que se llevan registrando datos pluviométricos por la Agencia estatal de Meteorología (Aemet). “En solo dos horas y media cayeron 236 litros, lo que es equivalente a toda la lluvia de un año”, recuerda el profesor de Geografía Física de la Universidad de La Laguna, Pedro Dorta, quien resalta que “la tormenta llegó a tener picos de intensidad de lluvia superiores a 150 litros por metro cuadrado a la hora”.

En referencia a si se hubiera podido predecir la situación, el profesor añadió que desde la Aemet se había dado un aviso por lluvias y que en aquel entonces los avisos no tenían colores en función del volumen, tal y como ahora. En la misma línea, Pedro Dorta celebra “desde el año 2002 han mejorado los sistemas de predicción meteorológica y los sistemas de protección civil de la Isla”.“El riesgo de riadas se puede atenuar pero nunca eliminar. El que tenemos en estos momentos es aceptable”, afirma el consejero de Aguas del Cabildo de Tenerife, Jesús Morales, antes de avanzar que, tras la riada de 2002 desde la Institución insular se vienen llevando a cabo diversas acciones “estructurales y no estructurales” con el fin de que no se vuelva a repetir una situación similar.

Así, dentro de las medidas estructurales se han desarrollado en la Isla obras de canalizaciones de barrancos, por unos 24 millones de euros. Las medidas no estructurales incluyen la planificación, la información a la población y aquellas obras de emergencia.
“Los barrancos están para lo que han sido creados por la naturaleza, que es llevar el agua al mar”, reitera el consejero tinerfeño, antes de destacar la importancia del Plan de Defensa frente a Avenidas aprobado provisionalmente en 2010.

[apunte]Cifras de la catástrofe

· Fallecieron ocho personas, incluidos mayores y niños.
· Más de 200 familias perdieron sus casas a causa del suceso.
· Más de 1.500 personas solicitaron ayudas para paliar daños.
· Cayeron 240 litros en solo dos horas, lo mismo que en un año.
· La autopistas se colapsaron durante varias horas.
· Emergencias 112 dejó de funcionar debido a los cortes de luz.
· Falta de suministro de agua potable durante días después.
· Cortes del suministro eléctrico al inundarse las estaciones.
· Desbordamiento de aguas fecales por el alcantarillado.[/apunte]