XIII Festival internacional de cine de las palmas >

Miradas poco convencionales

Sergei Loznitsa habló sobre su forma de ver el cine. / FESTIVAL DE LAS PALMAS

FRAN DOMÍNGUEZ | Las Palmas de Gran Canaria

No sólo el gen identitario del Festival de Cine de Las Palmas, ese que incide en el cine independiente y de autor, está presente en exclusiva en su sección oficial. También está inoculado en su ciclo de retrospectivas, circunstancia que se ha visto reforzada este año con dos nombres que se han caracterizado por apuntalar una mirada diferente, por incidir en otras propuestas: el director de origen bielorruso, aunque nacionalizado ucraniano, Sergei Loznitsa, y el canadiense Bernard Émond
Loznitsa (1964) se ha curtido en el mundo del documental, retratando el gélido -climatológica y socialmente hablando- paisaje urbano y rural, también de sus gentes, de diferentes lugares de la extinta Unión Soviética, incluida su Bielorrusia natal. Su visión se plasma en imágenes plagadas de largos planos, sin diálogos, donde el sonido aparece formando parte de un ambiente que no cambia a pesar del tiempo transcurrido.

“El origen de mis películas es el de una emoción muy fuerte”, destaca Loznitsa, quien reconoce, en la presentación de su ciclo, que se proyecta durante estos días en la capital grancanaria, al igual que el de Émond, en que sus filmes están relacionados con el pasado de su familia y de su país, “una historia llena de tragedias”. “Consideraba que era mi deber expresar todo eso”, apostilla este director que en 2010 participó en el Festival de Cannes con su primera cinta de ficción, My Joy. Loznitsa ha realizado dos documentales con material de archivo, Blockade (2005) y Predstavieniye (2008), el primero sobre el cerco de Leningrado durante la Segunda Guerra Mundial y el segundo con noticiarios de la era Kruschev. “En esas épocas se filmaba desde el punto de vista propagandístico. No quería plasmar las actitudes heroicas, sino mostrar lo que ocurría”. El realizador eslavo opina que la diferencia entre las cinematografías nacionales es la misma que la que puede haber per se entre países, y considera que los rusos, ucranianos y bielorrusos son “tan emocionales” como los españoles o los franceses. “Si nosotros tenemos a Tolstoi, ustedes tienen a Cervantes”.

Loznitsa asegura que no ha tenido problemas de censura en Rusia y su entorno, si bien matiza lo de censura en “sentido arcaico”, de prohibición. “Hay otras formas de censura, menospreciando la calidad de la información, desacreditándola”.

Bernard Émond se define “conservador de izquierdas”. / FESTIVAL DE LAS PALMAS


“Hay filme si hay misterio”

De Bernard Émond (1951), canadiense de Québec, se dice que está influenciado por Bresson y por Kieslowski. Del primero, afirma que lo admira, pero no “le gusta”, especialmente porque “instrumentaliza” a los actores; del segundo, prefiere su etapa polaca, y eso que lo comparan por sus trilogías, la de un afrancesado Kieslowski: Azul, Blanco y Rojo; la de Bernard Émond: La novena (2005), Contrato de esperanza (2007), y La donación (2009) -película que, precisamente, obtuvo en 2009 el premio del público en el Festival de Las Palmas-, donde habla de fe, esperanza y caridad, respectivamente.

El cineasta y antropólogo canadiense charló ante la prensa de su fascinación por el universo moral católico, pese a no ser creyente. Émond, quien se define como un “conservador de izquierdas, como los ecologistas”, sostiene que la fe o la caridad son aspectos e ideas “subversivas” ante un mundo desencantado, por eso le atraen esos conceptos, que suele desarrollar con una gran carga de espiritualidad en sus melodramas. La cultura y las raíces son, a su juicio, fundamentales en su visión fílmica, “sobre todo en esta época de internacionalización que vivimos”.

El director reivindica el cine de autor, en particular el europeo, y subraya de manera taxativa que “existe cine cuando hay misterio”. Quién no lo cree…