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‘Pepe Arias’, una leyenda del fútbol en La Palma

JOSÉ AGUSTÍN LORENZO GONZÁLEZ | Santa Cruz de Tenerife

Hace unas semanas me conmocionaba la noticia del fallecimiento de José Bautista Acosta Lorenzo, conocido futbolísticamente como Pepe Arias. No recuerdo verle jugar, pero sí oír hablar de él en los mentideros futbolísticos de Tazacorte. Hace unos años contacté con él, en Málaga, y quedamos para vernos y hablar de fútbol. Fue un día agradable, entretenido, que no olvidaré, y que me ha permitido, con esa información, y la que he podido encontrar, intentar aportar mi humilde homenaje a una de las personas que embellecen el fútbol en la isla de La Palma.

Inicios en el fútbol

“Empecé muy pequeño, en un equipo de barrio que se llamaba El Charco, en el municipio de Tazacorte, y allí, en el propio barrio, jugábamos los partidos, descalzos, ya que si no había para comer, tampoco había para botas. Las pelotas las hacíamos de badana, que era la piel seca de la platanera. Y cuando podíamos, nos reuníamos para jugar nuestro partidos”, me relato entonces. “No teníamos muchas más diversiones, y en esa época, el fútbol era un escape que permitía superar la angustia y la necesidad que pasábamos. Luego pasé a otros equipos infantiles, hasta que llegué al Victoria, no recuerdo muy bien a través de quién, pero creo que de Néstor Acosta, y también por mi hermano Juan, aún sin la edad reglamentaria para poder jugar. Era el año 1956, estaban en el primer equipo bagañete jugadores muy importantes, Faustino, Lepanto, Feliciano, Miguel, Perenal, Chanillo, Atanasio, Taco, Pedro, mi hermano Juan, y otros que con el tiempo he olvidado. Y así estuve hasta que me marché al Tenerife”. Así hacía repaso Pepe Arias de sus primeros pasos en el fútbol.

“Entré en el Victoria por una lesión de Feliciano, y entonces me dijo Isidoro, nuestro entrenador, “venga, vas a entrenar con el primer equipo”, entrando así en las alineaciones. Empecé jugando de lateral derecho, pero Isidoro entendió que lo haría mejor de central, posición que no dejé hasta marcharme al Tenerife”. Fue entonces, cuando me contó cómo llegó a ser conocido con un apodo que no tenía nada que ver con sus apellidos.

“Yo estaba en la escuela, y un día se me hizo tarde. Cogí una chaqueta que me quedaba como una sotana, y al llegar a la puerta del aula, y pedir permiso para entrar, todos los demás, riéndose, y al alimón, dijeron: “mira, pepe arias”. Me quedé pensando qué querían decir, enterándome luego, que por esa época, había una película, de un humorista o cómico argentino, que se llamaba así. En Málaga también tuve ciertas anécdotas con el apodo, pues como José Bautista Acosta Lorenzo no me conocía nadie. En Málaga también tenía otro apodo, que me puso Jeno Kalmar, diciéndome, cuando se dirigía a mí, “león”, cómo estás, y yo le respondía con otro, “cañón”, explicaba adelantándose a lo que sería parte importante de su trayectoria futbolística.

Etapa en el Tenerife

Pepe Arias pasó directamente del Victoria en la temporada 1957/58 al CD Tenerife que militaba en Segunda División, y ahí permaneció varias temporadas, hasta que en la 1960-61, conseguió el ascenso a la Primera División. “Mi llegada al conjunto blanquiazul fue curiosa, y puedo resumirla, en que alguien del Club Deportivo vino a verme jugar a La Palma, por las recomendaciones que le da a un farmacéutico de la isla de Tenerife Antonio Acosta, jugador del Victoria. Me vio jugar varias veces, y me llamaron del representativo. Llegué muy joven, con apenas 20 años. Estuve tres temporadas en el conjunto tinerfeño, consiguiendo el ascenso, y compartiendo vestuario con Villar, Padrón, Tomás, Cuco (el portero – que era de Argual-), Antonio El Loco, Paquillo, Julito, Óscar, Colo, y otros, siendo el entrenador, en esa última etapa, Heriberto Herrera”.

Pepe Arias con la camiseta del CD Tenerife en la temporada 1960/61.

Decía Juan Galarza, periodista e historiador del fútbol en las islas, “El día que Arias atendió la llamada del Tenerife y decidió abandonar el Victoria de Tazacorte, lo hizo con el propósito de triunfar. Corría el año 1957, y la dirección del equipo le había sido encomendada al catalán Espada, quien confió el puesto de marcador central a su paisano Miranda. Así que el palmero tuvo que conformarse con jugar los amistosos”. Y continuaba en su análisis, “La historia se repitió durante los tres cursos siguientes, con Espada, Urbieta y Herrera, que se decantaron por el citado Miranda, García, Colo y Correa, zagueros que alternaron en dicha demarcación. No obstante, en la temporada 60-61 logró la titularidad en el partido inaugural de la Liga, frente al Murcia, aunque una semana después perdió el puesto, en beneficio del internacional uruguayo Correa. Sólo en otras dos ocasiones volvió a ser alineado por Heriberto Herrera, por lesión del zaguero charrúa”.

Pepe Arias nos comentaba cómo era su vida en la isla de Tenerife. “De esa época recuerdo que vivía en una pensión, compartiéndola con José Manuel Delgado Tosco. Era una pensión que estaba cerca del Estadio, administrada por una familia palmera. Yo me pagada de mi sueldo la pensión. Cobraba de sueldo, una cantidad que me permitía mantenerse y poco más. A medida que iban pasando los años me fui dando cuenta que podía tener una salida en la vida con el deporte”.

En cuanto a la práctica deportiva rememoraba y apuntaba que  “el fútbol que se practicaba en aquella época en Tenerife no ha variado mucho del actual, quizás algo la táctica y la estrategia. Ya se jugaba con un libero y dos interiores, que se replegaban para ayudar a los medios, era prácticamente igual. Lo que no se jugaba era con un solo delantero, como ahora”.

Salida del Tenerife

De nuevo Juan Galarza, en un artículo del periódico El Día, del sábado 3 de marzo de 2012, que se hacía eco de la noticia del fallecimiento del jugador, explicaba que “a la vista de que pasaba el tiempo y de que Correa le cerraba la titularidad, en el verano de 1961, cuando se preparaba la presentación del Tenerife en Primera, Pepe Arias escuchó una propuesta del Málaga. Resultó decisiva la mediación de su compañero de equipo Borredá, ex jugador malaguista, que lo recomendó al presidente del club andaluz, Julio Parres. El traspaso quedó formalizado el 1 de agosto y se cifró en 35.000 pesetas, un chollo habida cuenta de la trayectoria que seguiría en la capital de la Costa del Sol”.
Sobre su salida del Club Deportivo Tenerife, Pepe Arias nos decía lo siguiente: “El Club no me puso ninguna pega para marcharme, incluso tengo una anécdota curiosa, y es que cuando el Málaga se pone en contacto con el Tenerife para ficharme, éstos le dicen que si me pueden pagar las cantidades que me adeudaban y, al preguntarles el Málaga que cuánto era, le dicen que 35.000 pesetas, aceptando el Málaga a cambio del traspaso”.

Decía Juan Cortés, en el Diario Sur de Málaga: “Entonces no abundaban los representantes, y Arias siempre se representó a sí mismo. Telefónicamente se convinieron los términos del contrato con el jugador y el Tenerife. El Málaga, en aquella época, había extremado sus restricciones económicas y, para mayor ahorro, utilizaba los bancos para el cierre de sus fichajes. Convenía el abono de determinada cantidad contra la entrega de los documentos firmados por el jugador: contrato, ficha provisional y definitiva. Así se hizo en el caso de Arias. Pero la sorpresa fue mayúscula cuando, ultimada la operación, el banco remitió al Málaga la documentación requerida firmada por un desconocido llamado José Bautista Acosta Lorenzo. Nadie sabía quién era. Ni siquiera Borredá pudo aclarar el entuerto. Pepe Arias, simple y llanamente Pepe Arias. Se temió que fuera un timo. Pero no lo era. La incógnita fue despejada por el acta del único partido jugado el año anterior. En ella figuraba en la alineación del Tenerife como lateral izquierdo un desconocido José Bautista Acosta. Se hizo la tranquilidad y el Málaga celebró la integración en su plantilla de uno de los jugadores más carismáticos de la historia malaguista. Arias dejó en la historia del CD Málaga un total de 294 partidos y 10 goles, a pesar de su condición de defensa central”.

Trayectoria en el Málaga

Retomando el citado artículo de Juan Galarza, el autor comentaba la llegada del jugador bagañete al cuadro andaluz. “El tiempo dio la razón al –padrino- de Arias, quien se hizo con la titularidad y contribuyó en 1962 al ascenso del Málaga a Primera”. Y también Pepe Arias nos ampliaba su llegada a Málaga, “coincidí en Tenerife con Gonzalo Borrerá, y le llamó don Julio Parres, que era el Presidente el Málaga entonces, diciéndole, -necesitamos un central, que se retira Antonio Lorenzo-, y Gonzalo le dijo, -aquí tienes uno, es joven, tiene proyección y puede encajar perfectamente en el proyecto”.

Al respecto, Arias daba su versión. “Llegue a Málaga con 23 años, conecto rápido con la afición, y eso me permite pasar los primeros años cómodo, sin importarme estar sólo en la ciudad. Conseguí la regularidad muy rápido, y confié en mis posibilidades como jugador. Me mentalicé que tenía que salir adelante, y por eso lo daba todo en el campo, empujando al resto del equipo, y la afición y los compañeros me respetaban mucho. Mi padre me dijo, -puedes jugar diez partidos muy buenos, y solo uno malo, pero siempre te recordarán por el peor-, y me dije, -si puedo, a mí eso no me pasa”.

Además, recordaba que “en doce años de jugador del equipo, nunca tuve reacciones encontradas con nadie, ni con el Club, ni con los medios de comunicación, ni con la afición. Y me preguntarás, ¿por qué?, porque pensaba en mi familia, en las necesidades que pasaban en Tazacorte, sin medios, y buscaba una salida, librarme de las escaseces y de las penurias que se pasaban en el pueblo. Fui adquiriendo experiencia, y al ver que me asentaba en el equipo, empezaron a llegar ofertas de otros clubes, como Valencia, Mallorca. Pero era feliz en Málaga, y quería devolver la oportunidad que me habían dado. Me retiré con 37 años. Deportivamente, con mi juventud, conseguí dos ascensos consecutivos, primero con el Tenerife y luego con el Málaga, y eso ha sido muy grato. Con el ascenso aquí, en Málaga, la ciudad se desbordó, era la locura, recorriendo las principales calles en coches de caballos, y todo fue muy bonito. También hay que decir que aquí he tenido tres ascensos y dos descensos, y eso te forma mucho, y te marca también”.

El bagañete, que durante doce años defendió la casaba malacitana, pudo elegir entre ésta o aquella alineación, pero nos comentó la que recuerda con más cariño, que era la formada por, “Deusto, Montero, Arias, Martinez, Monreal, Viverti, Alvarito, Migueli, Roldán, Paco Conejo y Pepe Pons. Fue nuestra mejor temporada. Deusto fue el Zamora de la liga, y el Málaga finalizó sexto en la competición, con Jeno Kalmar en el banquillo”.

Goles

“Marqué diez goles con el Málaga, algunos decisivos. De cabeza, y también de falta. Yo más que colocarla siempre le pegaba a romper, el público pedía que yo tirara las faltas, pero para mí que era un poco morboso, pues no les alegraba el gol que pudiera marcar, sino el pelotazo que recibía el de la barrera. Recuerdo un partido, en que el árbitro repitió la falta en tres ocasiones, y en cada una de ellas mandé a tres jugadores al suelo”, relataba Pepe Arias, que, además, se enorgullecía del contacto que mantenía con los más grandes de la época. ” Cuando íbamos, o pasábamos por Madrid, nos reuníamos con personas del fútbol, del Atlético y del Madrid, jugadores como Gento, Di Stefano, Garate, Collado. Quedábamos y nos tomábamos algo en alguna venta de esas de camioneros, o íbamos a algún teatro, sobre todo después de los partidos, y Pancho, como llamábamos a Puskas, decía, refiriéndose a mí, este es el que más fuerte le pega aquí, en España. Tiraba lo mismo con la derecha que con la izquierda, me daba igual. Sacaba de portería en el campo del Madrid o del Barcelona, con cualquier pierna, y siempre la ponía en el área contraria”.

Destacar una diana nos lleva al 2 de octubre de 1966. Aquel día se lesionó y ,como no había sustituciones (era la penúltima temporada sin posibilidad de cambios en los partidos), su entrenador lo mandó a jugar de delantero centro. Corría el minuto 75 de partido, el Málaga jugaba en casa frente al Castellón, y materializó el gol del triunfo de la escuadra blanquiazul.

Formación del Málaga con Pepe Arias en sus filas.

Grave lesión

El 4 de febrero de 1962 sufrió una gravísima lesión, que le apartó de los campos durante más de diez meses. Comentaba Juan Galarza, “El lance, por las circunstancias que lo rodearon, pasó a la historia del fútbol. Fue en un Málaga- Levante disputado en La Rosaleda. El defensa isleño sufrió una entrada aparatosa y acabó tendido sobre el césped. Aquello tenía mala pinta. Se cuenta que los compañeros que acudieron para asistirle se retiraban del lugar con las manos en los ojos y lloraban amargamente, mientras se hacía el silencio en el abarrotado graderío del recinto deportivo. No era para menos: sufría una doble fractura abierta de tibia y peroné, por la que tuvieron que operarle hasta en dos ocasiones. Pero el hecho que verdaderamente estaba por marcar aquel instante, y hacerlo irrepetible, tuvo como protagonista al árbitro. Porque cuando el colegiado se acercó al lugar para interesarse por la suerte del futbolista, y vio el panorama, acabó por desplomarse, víctima de un desmayo”.

Pepe Arias nos decía al respecto en la entrevista que tuvimos en tierras malawianas: “Estuve un tiempo que casi me desahuciaron. Fue una lesión en la pierna izquierda. Me escayolaron, pero a los pocos días me tuvieron que volver a abrir la herida, puesto que el hueso había dejado montado. Hubo que volver a partir y empatar sin montar el hueso. El médico, don Horacio Oliva me dijo, ‘esto está muy mal, Pepe’. “Me colocaron un clavo de rodilla a tobillo, para fijarme le hueso, y luego, pasé a un consejo de médicos, que estaban pendientes de mí y me decían, ‘Pepe, estas lesiones son muy complicadas y entre un año o año y medio no vas a poder volver a jugar’. “En realidad, en sus caras se veía la respuesta que no quería oír, -se terminó el fútbol-. Yo me llené de valor, me convencí que con mi juventud no podía hundirme, y les comenté, bueno, ya se verá”.

Imagen del momento en que Pepe Arias era retirado del campo tras su grave lesión.

“Me levantaba de madrugada y me iba a la playa de arena a caminar, para ir cogiendo el movimiento de la articulación del tobillo, luego caminaba a media caña por dentro del agua, después cogía una patineta, y al medio día me iba al gimnasio, donde hacía todo tipo de ejercicios, bicicleta, anillas, boxeo; luego me iba al campo de fútbol, a recuperarme, a coger peso, a irle dando poco a poco al balón. Y con toda esa convicción, llegué a jugar en partido oficial, diez meses más tarde. Lo hice contra el Zaragoza, y cuando reaparecí, nadie se lo creía, pero ese día, me calificaron como el mejor jugador del partido”. Sin duda, un milagro posible al empeño y trabajo de un futbolista único.

“En la caseta, antes del encuentro, se presentó el médico con un maletín, y le dije, ‘¿don Horacio, se va usted de viaje?’. Me comentó, ‘Pepe, todo esto es para ti’, y cuando abrí el maletín había, guatas, espinilleras, protectores, y todo tipo de artilugios para protegerme. ‘Yo no me pongo eso’, indiqué, pero el médico insistió consiguiendo ponerme solo la venda normal que se usa para los tobillos. Antes de salir a jugar, pasé por delante del médico y le señalé la pierna, -voy a jugar con las medias abajo-. Me llamó loco, y otras cosas que no recuerdo por lo excitado que estaba antes de saltar al campo. El clavo siempre fue parte de mí, permaneció ahí, nunca me lo sacaron, y jugué once temporadas más con él puesto en la pierna. Fue una muy etapa difícil. Pesaba 90 kilos y me quedé con unos 72, aunque seguía teniendo mucha fuerza”.

Comentaba en su artículo Juan Galarza “recuperado de aquella grave lesión, Pepe Arias regresó a la actividad el 23 de diciembre de 1962, en un Málaga- Zaragoza. De ahí en adelante y por espacio de diez temporadas más, hasta cumplir la docena como malaguista, fue titular indiscutible en las filas del conjunto andaluz, con el que participó en otros tres ascensos, hasta totalizar 294 partidos (138 de ellos en Primera) con la camiseta rayada. Tan dilatada trayectoria justifica que adquiriese los máximos galones y que de hecho fuese apodado, “El gran capitán”, hasta el instante de su retirada, en 1973, cuando ya tenía 37 años de edad.

Lo que han dicho sus compañeros

Gonzalo Borredá fue quizás uno de los que con más compartió cosas y recordaba: “El primer partido que jugué en Tenerife lo hice con él; Pepe de central y yo de lateral. Después vino al Málaga porque yo se lo recomendé a Julio Parres. Pepe era con nosotros uno más, una bellísima persona”.

Pepillo Benítez también tenía palabras para Arias, del que aseguraba, “Fue un caballero en el fútbol, un atleta que se entregó siempre al máximo. Fue honesto y uno de los mejores defensas que ha tenido el Málaga. Fuera del campo, en la lista de buenas personas, Fray Leopoldo de Alpandeire iría el segundo, detrás de él”.

No menos elogios repartía el canterano Angelillo, “Todo lo que puedo contar es bueno. Recuerdo que cuando venía un contrario me decía, -Angelillo, a por él-“.

También defensa fue Antonio Fernández Benítez, que afirmaba sobre Pepe Arias, “Era todo corazón. Como futbolista, se entregaba totalmente en el terreno de juego. Y como persona, los que lo conocíamos, disfrutábamos estando con él, porque era un canario típico, que se parece mucho a los andaluces, y que siempre estaba de broma”.

Robles no compartió línea, pero sí equipo. El centrocampista reiteraba las opiniones de sus compañeros, “Todo lo que podemos hablar los que hemos estado con él es bueno. Era un jugador extraordinario para nosotros, porque se imponía mucho en la defensa, y cuando los que estábamos en el centro del campo teníamos problemas teníamos que decirle, ‘Pepe, desahoga esto, porque aquí nos comen’. Era un tío fenomenal en todos los aspectos, como persona y como jugador. Ha sido uno de los mejores centrales que ha tenido el Málaga”

Otro defensor, José Luis Monreal, coincidió con sus ex compañeros. “Era una bellísima persona. Me alegraba mucho cuando nos veíamos en las comidas. Ha sido un buen tipo, con buenos consejos para la gente joven”.

Apoyo a jóvenes talentos futbolísticos de Tazacorte

En sus visitas a Tazacorte, para estar con la familia, y cuando la temporada lo permitía, observaba a los jugadores más jóvenes del municipio bagañete, llegando, durante muchos veranos, a premiar a algunos de estas promesas con un viaje a la península, a realizar pruebas en el Málaga. Jugadores como el portero Cipriano, Lope Acosta, Juan Carlos el pollito, son ejemplos de la insistencia de Pepe Arias en dar oportunidades a los valores futbolísticos palmeros.

Pepe Arias a las puertas de La Rosaleda.

Su pueblo natal, Tazacorte, celebró hace unas semanas el primer encuentro de homenaje a deportistas históricos, y ahí su hermano, Juan, recogió el premio que le ofrecía el pueblo bagañete.

La Delegación Insular de Fútbol de La Palma, desde hace ya algunas campañas, recuerda la figura del legendario futbolista, en la entrega de los premios de cada fin de temporada, al instaurar el Trofeo Pepe Arias, honor que corresponde al jugador que en edad cadete, de la isla bonita, se proclame máximo goleador.

En el encuentro de la Primera División, que disputaron en La Rosaleda el Málaga y el Levante, se le rindió un homenaje “al gran capitán”. Curiosamente, este encuentro llega cincuenta años después de su grave lesión, en el mismo escenario y ante el mismo rival, y muy cercano en las fechas.