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Prohibir paraguas > María Vacas Sentís

El comité de sabios de la UTE Europa SA había decidido tomar medidas. La situación económica y política roía los cimientos de la propia Unión Temporal, otrora tan deseada. Los niveles de hartazgo ciudadano amenazaban con algaradas en las calles y con la ruptura de las urnas.

“Lo primero es sustituir las urnas de cristal por otras más resistentes de metacrilato”, propuso el asesor primero. “Sin duda lo prioritario es dotar con nuevos uniformes a la policía y ampliar el perímetro de las cárceles, adelantándonos a las necesidades de acomodo”, dijo un segundo asesor.

“Señores, tenemos que ir al fondo del asunto”, se despeinó visiblemente irritado el primer ministro. “Necesitamos sensatez, concreción y creatividad. Nos jugamos el futuro. Que hablen los expertos”. Entonces se escuchó al consultor de la Fundación Fedesa, quien, ante un power point con las propuestas patrocinadas por el consejo de administración, ya mil veces reduplicadas en las páginas color salmón de los periódicos más prestigiosos, y voceadas en encuentros, ponencias y jornadas a lo largo y ancho del mundo mundial, dictaminó: “Dado que la caja de la seguridad social ha sufrido una merma producto del desempleo y del descenso de las cotizaciones, debemos seguir haciéndola depender en exclusiva de esta vía, en lugar de abrirla a otras fuentes de financiación vía presupuestaria”, empezó. “Y como el paro no amaina y cada día se contabilizan nuevos parados, reformemos el mercado laboral para que despedir sea todavía más fácil, rápido y barato, sin intermediación administrativa”. “Y como el desempleo se ceba entre los jóvenes, ampliemos, pues, la edad de jubilación”.

“Y como aún hay trabajadores con empleo estable legislemos con justicia y equidad, para que sean muchos más los que disfruten de contratos basura”. “Y como no hay consumo, reduzcamos los salarios”. “Y como los bancos no conceden créditos a empresas y ciudadanos, vamos a regalarles dinero fresco (medio billón de euros la última vez) para que luego lo presten a elevado interés a los estados, o bien saneen sus cuentas”.

“Y para reactivar la economía, recortemos inversiones públicas y gasto social”.

“Y como el Estado necesita ingresos subamos impuestos a clases medias y bajas, pero no a las rentas del capital; mucho menos a las SICAV que tributan al uno por ciento”.

“Y como la economía es global, ¿para qué eliminar los paraísos fiscales o gravar las transacciones financieras?”.

“Y como persiste el fraude fiscal, persigamos a los parados que cobrando cuatrocientos euros por desempleo complementan en negro su subsidio. Pero permitamos que muchos profesionales liberales declaren ingresos mileuristas”.

“Y para apoyar a la familia, liberalicemos horarios comerciales y no ampliemos la baja maternal”.

“Y como hay abandono escolar no sustituyamos a los profesores cuando enferman o se jubilan”.

“Y para paliar la saturación de los hospitales no contratemos médicos ni enfermeras”.

“Y como hay padres que no pueden abonar los estudios universitarios de sus hijos hagamos depender las becas de los resultados académicos y no de los ingresos familiares”.

Y como la crisis era tan pertinaz como la sequía, acordaron prohibir los paraguas a ver si así llovía.

mvacsen@hotmail.com