semana santa>

Una ciudad de pasión

Procesión del Señor de la Piedra Fría, auténtico símbolo de la Semana Santa de la capital palmera. | FRANCISCO FAJARDO BATISTA

DAVID SANZ | Santa Cruz de La Palma

La Semana Santa de Santa Cruz de La Palma es, si no la más importante, una de las principales de Canarias. La calidad artística de las imaginería, la factura urbana y arquitectónica de la ciudad por la que procesionan y las diversas manifestaciones culturales que envuelven a la Semana de Pasión de la capital palmera, la dotan de una gran singularidad.

No obstante, la Semana Santa de Santa Cruz de La Palma ha padecido de un cierto olvido fuera de la Isla, que en los últimos años se ha visto corregida gracias a la labor de investigación y divulgación realizada por distintas personas. Una de ellas es Juan José Rodríguez-Lewis, autor de la obra Apuntes sobre la Semana Santa de Santa Cruz de La Palma y que fue elegido este año para realizar el Pregón, que pronunció en la iglesia de San Francisco.

Rodríguez-Lewis hizo un repaso subjetivo, en el que cruzó su biografía con la casi totalidad de procesiones que componen la Semana Santa de la capital palmera, poniendo de manifiesto el alto valor artístico de las mismas. Su relató comenzó por el Miércoles Santo, con el tradicional Punto en la plaza, “con su particular encuentro, promovido por el sin par San Juanito el alcahuete, tallado por El Morenito, Manuel Hernández García, uno de los discípulos más aventajados de Luján Pérez.

Propone el pregonero que “quizá deban recuperarse aquellas breves estaciones de San Francisco y Hospital, aunque La Caída se haga presente en la calle cuando el elegante Nazareno, de Estévez, una de sus mejores creaciones, en la estela del sevillano Pedro Roldán, aún remonte la calle Pérez Volcán en busca del antiguo convento dominico”. El cortejo se completa con La Magna (…) otra fabulosa efigie de Fernando Estévez”.

El segundo de los hitos que abordó fue el que denominó como “la procesión por antonomasia”, la Piedra Fría del Jueves Santo. “La peculiar figura del ecce homo (que, en verdad, no lo es), los singulares rasgos de un Cristo mexicano medio indio (de mitad del siglo XVI) que procesionaba sin adornos florales -casi el único paso que así lo hace- y con una ristra de fanales o cirios encendidos (…) se ha convertido en la estampa de nuestra Semana Santa, en el referente ineludible de la Semana Mayor de nuestra ciudad”.
El autor asegura que “para los de Santa Cruz de La Palma es, sin duda, la procesión que resume su Semana de Pasión, por eso también es la gran desconocida para los pueblos de la Isla que, por lógica, apuestan por la procesión magna del Santo Entierro”. “La Dolorosa de Domingo Carmona lo acompaña desde no hace más de quince años y constituye nuestro particular paso de palio, entre comillas, por supuesto, mejor, de mandorla y, cuando se tercia, de sencillo baldaquín”.

Amor eterno, de Alejandro Henríquez, es el himno de nuestra Semana Santa

En tercer lugar y dentro de ese repaso por la memoria cuaresmal de Rodríguez-Lewis, destacó la procesión de Domingo de Ramos, el Señor del burrito, “le decimos a nuestro singular protagonista de la Entrada triunfal de Jesús en Jerusalén”. Curiosamente, pese a tratarse de la procesión más antigua de la Semana Santa, “en Santa Cruz de La Palma no se celebra con un paso sino desde 1968”.

La música juega un papel fundamental en la Semana Santa de la capital palmera y, dentro de ella, a juicio de Rodríguez-Lewis, sobresale la composición Amor Eterno, de Alejandro Henríquez Brito. “Es, sin discusión, el himno de nuestra Semana Santa”.

Ello da pie al estudioso de la Semana Santa a referirse a otro de los momentos imprescindibles en el calendario cuaresmal de la capital palmera, recordando que al sonido de esta composición musical, sale “La Dolorosa de Estévez por la portada trasera de El Salvador en la procesión del Santo Entierro, y a todos, de una forma u otra, se nos eriza la piel cuando escuchamos sus primeros compases”.

Nos encontramos en la Magna procesión de la tarde del Viernes Santo, que como indica Rodríguez-Lewis, “ha mejorado ostensiblemente en los últimos años”. “En 1985, se estrena un Cristo yacente, de casi dos metros de longitud, conocido como Cristo del Clavo, que es casi la última imagen tallada por un artífice de postín, Francisco Palma Burgos, imaginero de referencia en semanas santas tan relevantes como Málaga o Úbeda”.

Además, en 1999, “a instancia de la cofradía de cargadores de Nuestro Señor del Huerto, se reincorporó al cortejo la Santa Magdalena de Estévez (…). Desde 2003, participa la última cofradía en fundarse en la ciudad, la de La Piedad, y en 2011 se recuperó un paso de otra época, el de las Tres Marías, imágenes de bastidor de las que se ha ocupado, tallándolas o restaurándolas, el imaginero palmero Domingo Cabrera Benítez. Hoy, la amplia comitiva alcanza los seis pasos y las nueve imágenes”. No obstante, el pregonero, que ha vivido desde su infancia los interiores de esta Semana Santa, advierte de que esta procesión “no termina con la entrada de las imágenes en el templo matriz”. La música, las notas de la Marcha Fúnebre de Chopin, que interpreta la Banda de Música desde el coro de la iglesia mientras los miembros de la cofradía del Santo Sepulcro procesionan (sin basa) al Cristo del Clavo por el interior del templo, siempre me ha parecido uno de los momentos más emocionantes y conmovedores de la Semana Santa”.

En la presentación de esta Semana Santa de 2012, puso énfasis en otros aspectos que hacen singular a esta celebración en la capital palmera. “Por ejemplo, por el estricto orden cronológico con que se desarrollan los distintos desfiles procesionales, incluida la tendencia a no repetir escenas, independientemente de la parroquia o iglesia de las que partan. Una reorganización decimonónica acometida por el padre Manuel Díaz”.

Con esta organización, “la Semana de Pasión gana en credibilidad y sentido común y catequético y en las calles ni se repiten ni se adelantan sucesos de la Pasión, lo que evita confusión en los poco iniciados”. “Ahora bien -matizó-, toda regla tiene una excepción: el magnífico Cristo del Amparo se hace presente la tarde del Viernes Santo por el contorno del Santuario Insular”.

Aniversario

Este año cumple su primer cuarto de siglo de vida la cofradía de Nuestro Señor del Huerto. “Esta cofradía nació fundamentalmente para soportar el peso de los pasos procesionales, convirtiéndose en la primera hermandad de la Isla con este fin”, recordó Rodríguez-Lewis, que fue uno de los creadores. “Los fundadores considerábamos incomprensible que se cobrara por cargar a Cristo, que se retribuyera por soportar el peso de los pasos de Semana Santa, servicio que habría de ser, cuando menos para los católicos, motivo de gozo y consuelo”.

Esta cofradía, aseguró, “contribuyó sin saberlo al nacimiento de una nueva hermandad de cargadores en El Salvador”. Se trata de la cofradía de Jesús Preso y las Lágrimas de San Pedro, que “posibilitó que solo un año después todos los pasos de la Semana Santa de nuestra ciudad fueran cargados por cofrades, salvo -lógicamente- los reservados a otros portadores por promesa o tradición (La Piedad, la Virgen de la Soledad y el Cristo del Clavo) o los que desfilaban extramuros”. “Con las cofradías de cargadores, las procesiones se han hecho mucho más lucidas, a expensas de que, de una vez por todas, las confraternidades titulares apuesten por ampliar la longitud de los varales”.