INMA MARTOS | Santa Cruz de Tenerife

“El carácter único del contexto en que se desarrolla la actividad es mucho más predictivo que el número de veces que un bebé, nuestro hijo, escucha una palabra”. Es una de las conclusiones de una pionera investigación de Deb Roy, director del Grupo de Máquinas Cognitivas, MIT Media Lab.

Este científico norteamericano utilizó la tecnología para intentar descifrar los procesos de aprendizaje del habla de los bebés. En una minuciosa entrevista emitida en el programa Redes de Eduard Punset, Roy explicó la metodología de su investigación y las conclusiones a las que pudo acceder. Para ello, colocó cámaras de vídeo y micrófonos en todas las estancias de su casa, antes del nacimiento de su primer hijo, quien le sirvió de cobaya en este experimento: el primero que relaciona el entorno con el aprendizaje del habla.

Deb Roy había intentado años antes llevar a cabo este estudio en un laboratorio con varios bebés cuyas madres se prestaron a ello. A pesar de intentar que actuaran con naturalidad, un laboratorio no era el lugar adecuado. Un entorno realista, es decir el de su propia casa familiar y durante mucho más tiempo, seis meses, ayudaría a que las conclusiones fueran más fiables. Y así fue.

Según comenta el investigador, se recogieron más de ocho millones de palabras en 90.000 horas de grabación. De ahí se extrajeron los datos relevantes para la investigación y se procesaron con distintas técnicas, una de ellas, para identificar a los hablantes.
Así su mujer, también científica, y Deb supieron cuándo y dónde se pronunciaron por primera vez cada una de las palabras aprendidas.

“Con las cámaras de vídeo pudimos ver lo que ocurría alrededor de las palabras, pudimos ver el contexto”, asegura.

La situación en la que se pronuncian las palabras es mucho más predictiva que la frecuencia con que aparece una palabra.
Así que no es tan efectivo para el aprendizaje repetir al bebé una palabra muchas veces, sino relacionarla con una actividad o verbalizarla dentro un contexto.

Tecnología

Deb Roy explica que “no sólo es tecnología, también hace falta creatividad y personas que la interpreten, pero con las nuevas tecnologías podemos, literalmente, ver cosas que no podíamos ver antes, recordar cosas que no podíamos recordar antes y hacer cálculos y observaciones que están más allá de nuestra vista y oído y de nuestros sentidos”.

Avance vertiginoso

La vida no se entiende sin un contexto social y comunicativo y las comunicaciones están avanzando de forma vertiginosa a través de las redes que interconectan el mundo.

Los niños hoy nacen en ese entorno en el que nadan como peces en el agua y que se ha convertido en su hábitat natural.