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Devaluación fiscal > Enrique Areilza Molet

Ahora que no contamos con la posibilidad de la devaluación monetaria para ganar competitividad (y pobreza relativa), la fórmula que estudia la UE es la denominada devaluación fiscal. Así lo preanunciaba la Comisión el pasado lunes. Básicamente se trata de reducir las cotizaciones sociales y aumentar el IVA o los impuestos verdes para compensar la caída del ingreso fiscal. De esa forma los productos y servicios serán más competitivos por reducción del coste laboral. Además, la Comisión propone otras medidas, como son la reducción del salario mínimo y su sectorización. Argumenta que la productividad de la mano de obra es distinta según los sectores (y los grupos profesionales, añadiríamos nosotros) y, por tanto, deberían regularse salarios mínimos distintos. Respecto a la primera propuesta, no tiene nada de nuevo: Alemania ya la utilizó en 2007, reduciendo tres puntos las cotizaciones sociales y aumentando el IVA del 16% al 19%. A quien le interese el tema le recomendamos la lectura del artículo Project Syndicate, escrito por los profesores Emmanuel Farhi y Gita Gopinah, de Harvard, y Oleg Itskhoki, de Princeton. En éste, se realiza un estudio paralelo de los efectos de la devaluación monetaria versus la fiscal.

Respecto a la recomendación relativa a la reducción de los salarios mínimos, caben infinidad de comentarios. Empezando por el principio: ¿cuál ha sido la evolución? Es asombroso comprobar que desde 1996 hasta 2010 el coste laboral de Alemania se ha incrementado sólo el 8%, en comparación con el 35% de España o el 59% de Grecia. Como muchos de ustedes sabrán, en Alemania no existe salario mínimo salvo para unos determinados sectores, y recientemente para los trabajadores extranjeros, una clara barrera de entrada para los trabajadores de baja cualificación, sin afectar a los de alta como, por ejemplo, su carencia de ingenieros.

Esa situación permite casi el pleno empleo, con records históricos de personas trabajando. Todo el mundo tiene trabajo, aunque en muchos casos con salarios realmente bajos, significativamente más bajos que el SMI español. Al mismo tiempo, esa situación reduce sus costes de desempleo y aumenta su competividad. En España, justo al contrario. La UE argumenta que una reducción de los salarios mínimos generaría competitividad y empleo. Y es cierto. ¿Por qué no lo hemos hecho ya? Lo haremos. Por decisión propia o ajena. La troika comunitaria obligó recientemente a Grecia a reducir su salario mínimo el 22%.

Según datos de Eurostat, en 2011 España ocupaba el octavo puesto de 21 en el ranking de salarios mínimos. Sin embargo, hoy lideramos el ranking del desempleo, de manera que no parece permisible que mantengamos esa diferencia de posiciones.

Es cierto que nuestro salario mínimo no llega al 50% del máximo que tiene Luxemburgo, pero también lo es que es cuatro veces el salario mínimo de Bulgaria.

En resumen, si queremos reducir el desempleo, todos debemos ser un poco más pobres para ser todos más competitivos; reducir las cotizaciones sociales y aumentar el IVA/IGIC.

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