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El ascenso > Leopoldo Fernández

En Tenerife, y para Tenerife, es la noticia deportiva del día, del mes y del año. Me refiero, claro está, al ascenso del Iberostar Socas Canarias a la máxima categoría del baloncesto nacional. Lo merece el equipo, con su entrenador -humilde, competente, realista, un ejemplo en la cancha y fuera de ella, llamado a mayores logros deportivos- al frente, porque, ya desde la pretemporada, ha respondido profesionalmente a lo que de él se esperaba. Lo merece, por su gestión, la junta directiva, que ha sacado fuerzas de flaqueza y ha sabido sobreponerse a no pocas dificultades y a un Convenio de Convergencia que en ocasiones más parecía una losa que un cauce idóneo para que los amantes del baloncesto se juntaran en una comunidad de objetivos. Lo merece la afición, infatigable y ejemplar, entregada al equipo y al objetivo de pasar a la Liga ACB tras 21 años de anhelos frustrados. Lo merece la Isla -y con ella las autoridades y Canarias toda- porque recupera un lugar de honor entre la élite del deporte de la canasta, tan históricamente unido a Tenerife y a los tinerfeños. Y lo merecen los patrocinadores del conjunto lagunero, que ven así compensados sus esfuerzos económicos y la apuesta que realizaron para unir sus nombres en un proyecto ilusionante. Ahora, dan comienzo problemas de otra índole que, si son resueltos con acierto, podrán asentar firmemente al equipo en la máxima categoría del baloncesto español. Se trata del pago del canon que demanda la ACB, pero también de dar cumplimiento a las exigencias deportivas y de otra índole que requiere el ascenso -y que aún desconoce la propia Federación Española-, así como de organizar el club jerárquicamente, con sentido de conformidad y permanencia, y de situar sobre bases realistas y duraderas las metas deportivas. Está bien que las autoridades regionales, insulares y locales suscriban las ayudas institucionales prometidas; pero el proyecto es privado, debe seguir siéndolo, y como tal ha de caminar para asegurarse el futuro. Dados los difíciles tiempos que vivimos, no resulta descartable que, más bien pronto que tarde, las ayudas oficiales decaigan, ya sea por imposición, ya por la necesidad de atender otros objetivos prioritarios. De ahí que siempre serán preferibles los apoyos de los aficionados y del empresariado mediante fórmulas imaginativas y comercialmente rentables. Para no pasar apuros y garantizar un tránsito normal en la ACB, hace falta mejorar la plantilla de deportistas, y para ello es imprescindible que llegue dinero, bastante dinero. Y, tanto como los euros, se requiere la unión no para estar juntos todos, sino para hacer todos juntos el futuro. Esa es, ahora, la cuestión.