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El país azul > Rafael Muñoz Abad

No, no vayan a pensar en algún título de las aventuras de Tintín o mucho menos en el resultado de las últimas elecciones celebradas en esta surrealista idea que se denomina España.

El vacío que se extiende entre El Chad, Mali y Níger es la tierra sin fronteras de algunos de los últimos hombres libres que moran sobre la faz de la tierra. Nómadas en añil que hicieron entender a la colonización francesa que no renunciarían a su ancestral forma de vida a cambio del “progreso”, y mucho menos el verse sometidos a esos barrotes intangibles que representan las leyes del supuesto mundo civilizado. Más allá de su pasaporte de arena, se trata de un pueblo errante y ajeno a la avariciosa escuadra y cartabón del reparto colonial que de un sólo trazo dividió África.

Me dice mi amigo Ahmed que muchos de esos hombres azules fueron servidores de los intereses de Gadafi en el Sahel; cuyo precipitado derrocamiento muestra ahora la primera de sus consecuencias en forma de efectos que una vez derrotado el sátrapa sólo los sufren los africanos y no los dirigentes del Eliseo o del número 10 de Downing Street.

El vacío de poder libio ha provocado que ciertas facciones e incluidas algunas tuaregs se hayan armado hasta los dientes gracias al saqueo de los arsenales del sur de Libia, y con el anhelo de convertirse en dueños de sus propios designios y aprovechando la debilidad institucional del Gobierno de Mali iniciaron una ofensiva cuyo último parte afirma que han tomado la mítica plaza de Tombuctú.

Las noticias que nos llegan son difusas y, seamos honestos, a muy poca gente le interesan. Y es que el levantamiento en armas de la nación tuareg o Azawad es visto en Occidente como un acontecimiento extraño, muy lejano y en el mejor Lawrence de Arabia, cuasi romántico. Cuando lo cierto es que en base a sus escasos medios técnicos, el Sahara central y el Sahel son vastos espacios difícilmente controlables para las naciones que los circundan; lo cual representa una lectura más delicada del equilibrio de poderes que allí se está gestando. Un caldo de cultivo ideal para grupos paramilitares o yihaidistas que han convertido la zona en un reino de taifas que ya veremos qué consecuencias puede traer. La fuente más fiable en la zona, la agencia mauritana de noticias AMI, denuncia que en el norte del país el ejército de Mali se enfrenta a una “alianza” cuyo reparto, y digno de una película, estaría compuesta por exmercenarios leales al antiguo régimen libio; tribus tuaregs, y traficantes y radicales religiosos que buscarían la escisión del territorio. Otras fuentes citan un enfrentamiento entre grupos fundamentalistas y los rebeldes tuaregs; o en palabras del propio presidente de Mali, que no se debe de confundir al pueblo tuareg con aquellos que han sembrado la inseguridad en el norte. Bajo tal panorama, muchos miran a Francia como el mediador habitual y natural de los reiterados conflictos que periódicamente sacuden a sus antiguas colonias; señalándole como corresponsable indirecto de la formación de milicias de fortuna huidas de la guerra civil libia.

*Centro de Estudios Africanos de la ULL. | cuadernosdeafrica@gmail.com