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El PP tiene un problema > Leopoldo Fernández

Rajoy tiene un problema, titulaba el viernes el DIARIO, en frase que venía a resumir, más que la huelga general, los efectos de las manifestaciones del jueves pasado. Por extensión, me permito trasladar el problema al PP, más que al presidente del Gobierno, por su mala política de comunicación con los ciudadanos. En tiempos de redes sociales formadoras de opinión y de conocimiento instantáneo del acontecer, el PP aún no se ha enterado de la importancia de saber comunicar. Lo que hace, lo que deja de hacer, y el porqué de cada caso. La oposición, sobre todo el PSOE, bien que se aplica para descalificar la política reformista de Rajoy. Le achaca todos los males y no le reconoce ninguna bondad. Muchos dirigentes socialistas se manifiestan contra las políticas del Gobierno. Como si las medidas de emergencia, austeridad y sacrificio de hoy no tuvieran nada que ver con ellos, tras las desastrosas políticas zapateriles que dejaron el país a punto de intervención: sólo durante el pasado año, un déficit público de 90.000 millones de euros. De esos polvos vienen los lodos que nos asfixian, y más que apretarán en el futuro. Si critican lo que pasa, y lo que pasa es sólo para rebajar el déficit al 5,3% al acabar este año, no quiero pensar en las apreturas draconianas -y las críticas consiguientes- para 2013, en que habrá que rebajar la cosa al 3%. Pero, como si nada: ahí están los socialistas en cabeza de las manifestaciones, como en el asunto petrolero, con un descaro escandaloso. Hay cosas de las reformas de Rajoy que no gustan, por impopulares e injustas. Lejos de explicar las circunstancias y aclarar dudas o incumplimientos electorales, la muchachada popular, alegre y confiada, se mira el ombligo y no reacciona con un mínimo de sentido de la oportunidad. Rajoy se esconde cuando puede y debe salir a la palestra para contar verdades como puños. Es cierto que, si se lo reclaman, da la cara en el Parlamento, que en una democracia es donde se dirimen los grandes asuntos. Sus adláteres hablan por él y no lo hacen con la frescura y el buen tino que sería menester. Ni Alonso, ni Floriano son buenos comunicadores, ni sintonizan con la opinión pública. Les falta ángel y simpatía. Otro tanto pasa en Canarias, donde los portavoces populares carecen del encanto y rigor exigibles -con la excepción de Asier Antona- para hacer frente a los ataques de la oposición, ejercida muchas veces -estoy pensando en Paulino Rivero, por ejemplo- a base de ocurrencias, tópicos y frases hechas para dar titulares. Así que, o el Partido Popular se pone las pilas y reacciona, o pierde la batalla de la opinión pública. Lo que no es moco de pavo.