Esto no se cobra > Cristina García Maffiotte

Intervenidos > Cristina García Maffiotte

Estamos intervenidos. Nosotros, los griegos, los italianos y los portugueses. Todo el sur de Europa. En nuestro caso, la intervención se ha maquillado para no asustar a los mercados (no se nos vayan a traumatizar) y, por eso, podemos presumir -en fin- de haber sido nosotros los que hemos elegido al presidente del Gobierno; no como los italianos y los griegos, que han visto cómo sus gobiernos se han rediseñado sin preguntarles a ellos ni quitarles el polvo a las urnas que se guardan en el almacén.

Pero en el fondo, igual que ellos, hemos perdido nuestra soberanía. No hay más que ver los Presupuestos Generales del Estado. Una sucesión de recortes y recortes que ha hecho menguar la columna de los gastos y ha multiplicado el tamaño de la de ingresos.

Unos presupuestos elaborados por los funcionarios del Estado español siguiendo las directrices que se les marcaron desde Europea (Europa, un eufemismo que en realidad hace referencia a Alemania y, en menor medida, en la vecina Francia).

Los ríos de tinta, los análisis de los economistas, las opiniones políticas… no sirven para nada porque estos presupuestos no han sido elaborados por un Gobierno soberano. Han sido dictados desde fuera de nuestras fronteras.
“El enviado de Merkel dice que España va por buen camino”, leía el otro día en un medio nacional.

¿El enviado de Merkel? El presidente de un grupo parlamentario alemán que va a un país extranjero y no se comporta como un invitado sino que viene a examinarnos.

Como si usted invita a café al vecino del ático y se le planta en casa con una libreta y una cámara de fotos y empieza a preguntarle por qué pintaste de blanco las paredes, cómo se te ocurrió gastarte una pasta en reformar la cocina y si no consideras que fue muy mala idea lo de poner parqué. Lo mismo.

La diferencia es que a ese vecino le acabarías metiendo una trompada (o por lo menos dejarías de invitarlo y de saludarlo cuando te lo cruzaras en el ascensor) y al enviado de Merkel le hacen la ola y aplauden sus amables palabras como si en vez de estar metiéndose en casa ajena estuviera dándonos el aprobado que necesitamos para pasar este examen. Que es exactamente lo que hizo.

Está por ver que esta política de pagar deudas y frenar el gasto sirva para algo más que para dejar contentos a los alemanes y franceses.

Está por ver que así se genere empleo a corto y medio plazo. Quizás sí, dicen algunos. Quizás no, dicen muchos. Pero de lo que sí podemos estar absolutamente seguros y convencidos es que esta crisis (otro eufemismo para referirnos al agujero negro en el que hoy en día vivimos) no solo se ha llevado por delante los derechos laborales y la calidad de vida.
Esta crisis ha borrado del mapa nuestra libertad para decidir sobre nuestro futuro y a marcarnos nuestras propias metas como país.

Se acabó lo de un ciudadano, un voto. Ya no. Da igual lo que votes; porque salgan quienes salgan subirán al escenario para representar una obra de teatro. Una obra de teatro cuyo guión se escribe en Alemania.