la última >

¡Lo que te vas a perder, Antonio! > Fernando Jáuregui

Imposible resistirme a escribirle unas líneas a Antonio Mingote. No porque lo conociese mucho -claro que lo conocí, pero lo traté poco-, sino porque ha llenado con sus dibujos muchos años de mi vida, de nuestras vidas. Mingote estaba ahí cuando yo aprendí, de niño, a entender sus mensajes, ahí seguía cuando yo hice mis primeros pinitos como dibujante de humor -así gané mis primeras pesetas, aunque luego abandonase ese camino- y solamente se marchó de su hueco diario en el último cuarto de hora, cuando ya la muerte llamaba a su puerta y nadie, rara avis, discutía sus méritos.

Me quedo con las ganas de saber, Antonio, lo que nos dejarías plasmado ante esta nueva era que comienza a arrasarnos. Las gentes que mantienen intacta su curiosidad intelectual hasta el último momento son las que mejor pueden, desde la torre de su experiencia, dictaminar lo que va bien, lo que va regular y lo que marcha francamente mal. Y ahora, aquí, andamos todos un poco desorientados, porque no conocíamos demasiado bien estos caminos recortados, espinosos, llenos de zarzas, que se nos abren. Nos habíamos acostumbrado, Antonio, a transitar por carreteras bien asfaltadas y ahora nos dicen que eso terminó, que se abre una nueva época, peor, para la producción cinematográfica, para la investigación científica, para la cooperación con otros países, para… Una situación de cierta angustia ha comenzado a impregnar el panorama nacional y, justo en estos momentos, tú vas y nos dejas, sabiendo que te ibas, tras medio siglo largo de trabajo, a un merecido descanso.

Lo que ocurre es que aquí abajo estamos necesitando de dictámenes lúcidos, emitidos con humor y sobre todo con amor, de editoriales gráficos que sean más tolerantes que amargos. Andamos con la ira de las dos españas cada día más a mano y nos resultan imprescindibles figuras que, como tú, nos adviertan cada día sobre cuáles son los malos pasos a evitar, por dónde no vamos bien y que, encima, lo hagan tras el disfraz de una sonrisa.

Puede que haya quien te confunda, Mingote, con un costumbrista. Yo no cometeré ese error. Tampoco el de identificarte con el pasado. Yo creo que hemos perdido una pieza clave de la concordia nacional en este país donde tanto nos gustan los duelos a garrotazos. Somos como niños, a veces, y andamos urgidos de voces que nos reprendan pero con el cariño de quien cree que somos capaces de mejorar. Esa es, precisamente, la voz sin la cual nos hemos quedado. Lo que te vas a perder, Antonio; todo un mundo nuevo, no estoy seguro de que mejor, por dibujar y radiografiar. Lo que nos hemos perdido, este martes de pasión, nosotros.