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Los que pagan la crisis > Francisco Pomares

La Unión Europea alertó no hace mucho sobre el asunto: en España, los ricos son cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres. La brecha entre quienes lo tienen todo y quienes no tienen nada se disparó en el último año computado en las estadísticas europeas, el pasado 2010, colocando a España, de entre los 27 países de la Unión, sólo en mejores condiciones que Lituania, Rumanía y Letonia. Economías mucho menos potentes que la española, como las de Irlanda, Portugal, Polonia o Eslovenia, recogen una distribución de la renta más equilibrada que la nuestra.

Es cierto que la situación se ha agravado durante los dos últimos años, como consecuencia de la crisis, pero eso no es precisamente un consuelo. Lo que demuestra es una realidad cada día más alejada del discurso político, que es el hecho de que las crisis económicas se resuelven siempre castigando a los menos favorecidos. Porque es mentira que todo el mundo pague por igual. Es más: la crisis se convierte -para quien dispone de reservas- en una oportunidad para comprar muy barato bienes y propiedades. De las crisis, los ricos salen más ricos y los pobres más pobres.

Si la historia del capitalismo nos enseña algo es que las bancarrotas económicas no las pagan nunca quienes las provocan, en este caso la banca de inversión y los especuladores internacionales que han logrado navegar sobre la crisis gracias a las ayudas económicas de los Estados. La crisis la pagan los cinco millones de parados, las familias que tienen que mantener hijos sin empleo, los pensionistas que pagan más por sus medicinas y cobran menos pensión, los enfermos que reciben peor servicio, los estudiantes que pierden sus becas, los alumnos que reciben peor educación en clases saturadas, los trabajadores que contribuyen con más impuestos.

Y si los datos españoles se extrapolaron a la región con más desigualdades y diferencias de renta del país, más desempleo y más pobreza -que es precisamente Canarias-, podemos incluso renunciar a las estadísticas, esas estadísticas que nos dicen que si yo me como en solitario y glotonamente un pollo en su presencia, usted y yo nos hemos comido cada uno medio pollo. Para saber qué pasa en Canarias, para saber quiénes pagan las crisis, nos basta con mirar alrededor nuestro, a veces muy cerca, en los hospitales, en las escuelas, en los centros de acogida, en las puertas de los supermercados, para verlo.