Tras más de veinte años sin recibir vuelos comerciales a causa de las inacabables guerras civiles que han devuelto a Somalia a la Edad Media, Turkish Airliners ha sido la primera compañía aérea en volver a aterrizar en lo que quede del aeropuerto de Mogadiscio. El país africano es la más genuina definición de lo que se entiende por estado fracasado. Los vacíos ejecutivos, judiciales y legislativos han evolucionado desde una sociedad vertebrada en torno a los clanes; regida por los tribunales islámicos y las interpretaciones de la ley coránica. La comunidad internacional hace años ya que miró para otro lado y solo al trasladarse la inseguridad a las aguas circundantes en base a los secuestros marítimos, pareció volver a preocuparse ante la amenaza que se cernía sobre una de las vías más transitadas por la navegación comercial. Y como siempre les digo, no hay vacante carente de aspirante. El vacío dejado por los cascos azules no ha tardado en ser suplido por organizaciones privadas de seguridad que han visto en el desorden somalí un campo abonado a sus operaciones muy al límite de la legislación internacional. Más allá de la simpleza contractual de proteger a los buques que transitan por las aguas internacionales del Cuerno de África, el nacimiento de las compañías de seguridad y sus elegantes nombres que recuerdan a las agencias bancarias, esconden tras sus siglas el lucrativo negocio de las armas y el asesoramiento militar a facciones y líderes. Blackwater Worldwide o Saracen International son entidades cuya filosofía mana de la que fuera la primera gran corporación militar privada: la sudafricana Executives Outcomes; “empresa” batida en los conflictos de Angola o Sierra Leona con el tráfico de diamantes como realidad de su existencia. El caos somalí y el poco interés que tiene occidente en verse involucrado en semejante avispero con poco o nada que sacar a cambio es el escenario ideal para que estas firmas quieran venderse como la mejor solución a la inseguridad que allí reina. Saracen, nutrida de mercenarios sudafricanos blancos o procedentes de la antigua Rhodesia, tiene una especial “habilidad” para explotar el mercado africano abriendo sucursales o reclutando soldados en aquellos países proclives a volverse inestables por el enfrentamiento entre facciones; además de contar con una división especializada que ofrece seguridad en alta mar. Blackwater va más allá; fundada en 1998 por excuerpos de elite de la armada norteamericana y acusada de algún exceso en Iraq, ha llegado incluso a plantear estar ligada a la CIA como una fuerza de respuesta rápida para solucionar situaciones allí donde a la comunidad internacional le es incomodo acudir. La cara más oscura de estas organizaciones esconde estrechas relaciones con prestigiosos bufetes londinenses donde se rebuscan las artimañas que les permiten impermeabilizarse a los torpes mecanismos de la legislación internacional. Los despachos de la City son los informadores y a la vez mediadores por excelencia para intermediar entre los secuestradores de buques o personas retenidas en Somalia, y los armadores o estados poco influyentes [caso del español] a cambio de ingentes comisiones que se negocian y pagan en algún despacho de Londres.
*Centro de Estudios Africanos de la ULL | cuadernosdeafrica@gmail.com