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San Cayetano, más que un santo en el barrio

LUIS F. FEBLES | Los Realejos

La tradición cuenta que san Cayetano, santo de los panaderos, “repartió los panes benditos entre los hambrientos”, algo que de forma más que simbólica recogen los vecinos de La Montaña la segunda semana de agosto, con su popular celebración local.

En su apariencia más terrenal y hedonista, san Cayetano es el bar por excelencia del barrio, un lugar donde se deciden las alineaciones de los grandes partidos de la Champion League y se comenta, al calor de un cortado, las hazañas del vecino de turno. Detrás de la barra, emerge la figura de su propietario, Moisés García Díaz, un gran hombre.

A sus espaldas lleva más 36 años regentando un bar que heredó de sus padres y que cada día, desde las 6.00, abre para despachar cafés y bocadillos a los más madrugadores. Aunque con más tablas que un artista de flamenco, Moisés sigue “esclavizado” a un negocio que no cree que sus hijos rescaten, ya que se “requiere de mucha dedicación y esfuerzo”. Aún así, deja claro que es feliz en un trabajo que le aporta muchas satisfacciones. “Es un referente en el barrio, el más antiguo de la zona. Todos nos conocemos y somos una gran familia; pasamos buenos ratos entre alguna cerveza y vaso de vino”, indica entre risas.

Antes de entrar al pintoresco local, con decoraciones y cuadros que recuerdan los tiempos en los que Butragueño era pichichi de la liga española y el artista Rafael hacía las delicias de las jovencitas de la época, el aire de compadreo y alegría es contagioso. Testigo privilegiado de los cambios experimentados en el barrio, deja claro que es, probablemente, “el núcleo más olvidado del Ayuntamiento”. “Es una zona tranquila, pero faltan muchos recursos básicos; los niños no tienen siquiera un parque donde jugar tranquilos”, señala.

García, que en ocasiones cuenta con la inestimable ayuda de su hijo, reserva los jueves como el día para “el vaso de vino con los amigos”. Así, desde las 19.00 horas cierra el bar para irse con sus amigos a un guachinche y “echarse una perra de vino y un plato de carne de cabra”. La vinculación y el trabajo de Moisés García por las fiestas de su barrio ha sido significativo. La Montaña festeja dos fiestas fundamentales y marcadas por la fuerte devoción popular: las de san Cayetano, en la segunda semana de agosto, y la de El Pico, el 3 de mayo.

Fiestas patronales

Moisés García, después de muchos años al frente de la comisión de fiestas, conoce a la perfección la trascendencia de éstas. “En las fiestas del Pico, los vecinos subimos en peregrinación a la montaña de El Fraile, en la que hacemos una parrillada de carne y bebemos vino y cervezas. Empezamos por la mañana y celebramos una misa a las 17.00; es un gran acontecimiento en el que todos participamos”, narra García. Otro de los festejos es el de san Cayetano, que reúne en agosto a los antiguos vecinos que viven fuera. “Son unos días de fiesta en los que se lleva a cabo el reparto de panes entre la gente que se encuentra en la zona”, apostilla. En este sentido, recuerda los buenos momentos que pasaban cuando cerraban el bar e iban de madrugada a Puerto de la Cruz para comprar chicharros y freírlos durante las fiestas. Quedan todos invitados al bar San Cayetano, palabra de santo, palabra de Moisés, palabra de una persona que ha vivido a tope el barrio.