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Sor María > Perplejita Me Hallo

Sor María es una monja enjuta y menudita, de unos 80 años, que tras una vida discreta detrás del hábito ha conocido la gloria mediática por ser la primera imputada en un caso de robo de bebés ocurrido a inicios de la década de 1980. No ha dicho ni media ante el juez. Entró y salió del juzgado con aire ausente, escoltada por otra monja más joven y de gesto ridículamente plácido, como si fuera a arrancarse con la guitarra en cualquier momento.
Aún no se ha condenado a Sor María por nada, y puede que eso no ocurra. Puede que el juez decida que esta mujer nunca arrancó un bebé de los brazos de su madre por considerarla descarriada o inapropiada, para regalárselo a otra familia que sí pasaba su test de calidad.
Pero eso no significa que no ocurriera, a manos de otras religiosas. Es un horror de cuya magnitud estamos empezando a tener una leve noción ahora. Intenten hacerse una idea. Un hijo esperado, una ilusión gestada, seguido de un mazazo cruel e inhumano, un insensible “tu hijo está muerto, es mejor que no lo veas”. Una vida entera preguntándote si eso fue verdad. Una vida entera preguntándote si es cierto lo que te dijeron de que tu madre te abandonó y no te quería. Multipliquen ese dolor por varios miles.
Las mujeres sometidas a esta atrocidad eran jóvenes, solteras o adúlteras, y la Santa Madre (madre, qué cinismo) Iglesia no las admitía. Eso es lo más espeluznante: que todas las Sor Marías que cometieron esos actos abominables, lo hicieron convencidas de la rectitud de su obra.