LA ÚLTIMA (COLUMNA) >

Todos a escena > Jorge Bethencourt

No sé qué tipo de idiota pensó que nos íbamos a quedar al margen de los recortes de gasto del Gobierno central. Llevo tiempo, mucho tiempo, diciendo que el modelo de dependencia económica por el que apostamos es un suicidio. Llevo tiempo, mucho tiempo, reflexionando sobre la fragilidad de una tierra que se instaló en el parasitismo de los presupuestos públicos destinados a las ayudas a las zonas deprimidas. Más pronto que tarde, en un escenario de quiebra de la hacienda española, alguien terminaría cerrando un grifo que ayuda, sí, pero también con el que tan pocos se han forrado tanto.

He escuchado todo el repertorio de argumentos que justifican las subvenciones que se destinan a electricidad, plátanos, tomates transporte de mercancías o viajeros o importación de alimentos. Es verdad que también se subvenciona en otros lugares de España y de Europa. Pero mal de muchos consuelo de tontos. Por sentido común tendríamos que haber aprendido de nuestros tatarabuelos. Canarias sólo necesita una cosa: que nos quiten impuestos. Que por vivir aquí tengamos un régimen fiscal atenuado, sin fiscalidad al consumo y con baja imposición a las rentas del trabajo y del capital.

¿Pero cómo se iba a mantener así el ejército de burócratas que ha crecido a la sombra de las administraciones? Imposible. Así que Madrid encontró sus mejores aliados en los propios políticos canarios que consolidaron un modelo basado en vender a Canarias como un país minusválido que necesita de ayudas permanentes para compensar los costes de la ultraperificidad.

Hubo un tiempo en que vivíamos del comercio. Y después del turismo. Y toda nuestra historia se ha asentado en una fiscalidad diferente a la del continente. Canarias aportaba menos dinero al Estado porque ingresaba menos dinero en impuestos. Pero eso fue cuando en estas islas habitaba el talento de una burguesía y unos ilustrados que tenían en las neuronas mucho más que el sonido de unas chácaras.

España está al borde de la quiebra como país. Hemos pedido demasiado dinero prestado para sostener el nivel de bienestar social. Y los prestamistas nos aprietan el bolsillo porque además necesitamos seguir pidiendo más. Esto es lo que hay. Y nos podemos hartar de hacer demagogia. Los que piden más gasto público son unos ilusos. Y los que pensaban que Canarias seguiría viviendo de la sopa boba, también. Y ahora, señoras y señores, se levanta el telón y todos a escena. La tragedia ha comenzado.

Twitter @JLBethencourt