ME PAGAN POR ESTO > Alfonso González Jerez

Tres planes > Alfonso González Jerez

Plan A. Paulino Rivero quiere ser el presidente de Coalición Canaria. Y no se ha articulado todavía ningún frente que rechace la pretensión de simultanear la Presidencia del Gobierno autonómico con la Presidencia de la federación coalicionera y prepare un candidato alternativo. Un sector no despreciable de CC (sin excluir tinerfeños: atiéndanse las recientes declaraciones de Ana Oramas) está en desacuerdo en concentrar en una persona ambas responsabilidades. Demasiado poder en un proyecto político demasiado desarticulado e inmaduro que en los últimos años ha prescindido incluso de la fantasía ornamental de una dirección regional (en su socioelecto: nacional) y ha retrocedido a un nacionalinsularismo operativo. Ya no se reúne ni el consejo político nacional, ni el comité ejecutivo, ni siquiera la denominada comisión permanente, supuesto núcleo duro y operativo de la dirección suprema, tagoror agorafóbico y sordomudo que jamás tomó una sola decisión política. Y eso en medio de la peor crisis socioeconómica que ha padecido el Archipiélago en más de medio siglo. Cabe imaginar que las cosas no serían distintas si un meteorito amenazara con impactar en Canarias en las próximas 24 horas.

-¿Reunimos el comité ejecutivo?

-¿Para qué? Que se encargue Paulino.

Cada uno en su casa y Paulino (de visita oficial o extraoficial) en la de todos parece el principio organizativo impuesto en Coalición Canaria desde su último Congreso Nacional y, más intensamente, desde que los mediocres resultados electorales de 2011 llevaron a cada equipo dirigente a ocuparse prioritariamente de sus respectivos menceyatos. La recesión económica ha contribuido a debilitar la dirección de la federación y no a urgir su fortalecimiento. Por eso mismo otro sector (tampoco insignificante) aprobaría, aunque sin un entusiasmo indescriptible, la candidatura de Rivero, guiados por una suerte de pragmatismo resignado, ayuno de cualquier esperanza de transformación de la federación nacionalista en un partido realmente unificado. ¿Por qué serguir apostando por un modelo de partido no consolidado y, en la práctica, fracasado, en lugar de reforzar la figura del presidente del Gobierno, especialmente en una etapa de malas (si no pésimas) relaciones con el Ejecutivo central? La rumoreada candidatura de José Miguel Barragán se entiende como una Presidencia de Paulino Rivero sin Paulino Rivero, atendiendo a la estrecha colaboración y complicidad que, desde hace una década, se ha mantenido entre el jefe del Ejecutivo y el diputado majorero, que fue durante bastantes años su secretario de Organización. Puestos a elegir muchos dirigentes prefieren que sea el propio Rivero, y no un sosias, quien desempeñe la Presidencia. En el fondo los rechazos, dudas, titubeos y desconfianzas tienen otro origen: la candidatura presidencial de CC en las aun lejanas elecciones de 2015. Avalar a Paulino Rivero como presidente de Coalición Canaria significaría potencialmente reforzar la opción de que opte a un tercer mandato dentro de tres años. El plan político del presidente del Gobierno consiste, básicamente, en resistir. Mantener el pacto con el PSC-PSOE hasta el final de la legislatura, reconstruir la unidad perdida con la Nueva Canarias que lidera Román Rodríguez y esperar dos escenarios: o empeora la situación económica y el Gobierno del PP sufre un terrible desgaste que le lleve incluso a elecciones anticipadas o se reactiva la situación económica en Canarias y puede ofrecerse un balance tolerable en un horizonte más esperanzador. Ocurre, sin embargo, que podría muy bien no darse ninguna de las dos opciones y el discurso (y la praxis) del enfrentamiento con Madrid termine hastiando a sus propios electores, la mayoría de los cuales nunca se ha definido como nacionalistas, por cierto. Canarias, en el plazo de un par de años, como ocurre con el resto de España, puede ser muy parecida a la República de Weimar, pero sin inflación ni cerveza bávara. Y la recesión que padecemos y se ahonda desde 2008 señala una consecuencia avalada una y otra vez en las consultas electorales: las urnas castigan, incluso con ferocidad, a los que están gobernando. Si llevan gobernando ocho años (en lo personal) o más de veinte (en lo partidario) mucho más.

Plan B. Cada vez parece más probable que José Miguel Pérez se mantenga en la Secretaría General del PSC-PSOE después del próximo Congreso Regional. Hace apenas un par de meses la situación era diferente. Una coalición todavía inestable entre desafectos en Tenerife, Gran Canaria y La Palma, aliada con los restos humeantes del juanfernandismo, en la que participan alcaldes, aparatistas, concejales y algún secretario general, todavía entre bambalinas, intensificaron contactos para configurar un relevo en la Secretaria General. No han sido ajenos a esta presión precongresual algunos gestos de José Miguel Pérez, sus compañeros en el Ejecutivo y varios dirigentes del comité ejecutivo de los socialistas canarios. Mensajes y declaraciones de baja intensidad: gracias a los socialistas, a la presencia del PSC en el Gobierno, no se despedirán a 2.500 docentes. Por ejemplo. La misma decisión de Pérez de desarrollar el muy razonable distrito único universitario, sin tomarse la molestia, ni la elemental precaución política, de negociar los aspectos técnicos con la Universidad de La Laguna, marcha en la misma dirección, porque no solo la formidable torpeza de Pérez explica su mutismo. Con estos breves guiños José Miguel Pérez intentaría visibilizar el valor diferencial de los socialistas en el Ejecutivo regional. El presidente del Gobierno ha debido tomar cartas en el asunto y paralizar la constitución del distrito único. Aun así, el vicepresidente y consejero de Educación sería partidario de agotar la legislatura compartiendo el gobierno con Coalición Canaria. Sin embargo, después de analizar meticulosamente las consecuencias (muy probablemente cataclismáticas) de un desplazamiento de Pérez se ha optado por abandonar la partida. Demasiado riesgo, demasiada complejidad, demasiado follón articular una nueva mayoría que supondría cambios en el Ejecutivo regional con su correlato de nuevas tensiones en la organización socialista. Pero los críticos y desafectos con José Miguel Pérez (cuyos partidarios tampoco desbordan entusiasmo) harán valer sus votos para impulsar cambios. Los tinerfeños buscan mayor peso en la ejecutiva regional -reclaman, desde luego, la secretaria de Organización- y una solución rápida a la situación de organización insular que pasa porque ni Aurelio Abreu ni Julio Pérez continúen dirigiendo, una vez superada la interinidad de las gestoras, el PSC en Tenerife y Santa Cruz respectivamente. Los grancanarios exigen que se respete la autonomía de su organización y no tener que sufrir ukases como la propuesta de Carolina Darías como vocal del comité ejecutivo federal, que José Miguel Pérez realizó en solitario y sin consultar con nadie. El punto de confluencia de la mayoría de los disconformes, sin embargo, está en la estrategia política del PSC-PSOE en los años venideros. La situación económica y social -a su juicio- no mejorará sustancialmente, e incluso no dejará de agravarse en los próximos años. Les resulta tentador repetir la jugada de José Manuel Soria en el otoño de 2010: encontrar un pretexto para abandonar el Gobierno año y medio antes de las elecciones. Coalición no entiende la gravedad de la situación, Coalición no ha sabido mantener la continuidad de los servicios sociales y asistenciales, Coalición no apuestas por las reformas imprescindibles. En fin. Dos años o año y medio en la oposición sometiendo a CC a un fuego granado en el Parlamento mientras el PP hace lo mismo y saltan por los aires los pactos en algunos ayuntamientos y cabildos. Se trataría de maximizar, en definitiva, la rentabilidad de la presencia en el poder autonómico, insular y local hasta que sea el momento más inteligente y oportuno para abandonarlo, distanciándose de la infernal gestión de una crisis interminable. En el otoño de 2013, por ejemplo.

Plan C.
Para el PP es relativamente sencillo: el plan consiste en hostigar al Gobierno autonómico por tierra, mar y aire, tanto a Coalición Canaria como en menor medida a su socio, el PSC-PSOE. Argumentario: a) Llevan gobernando toda la vida; b) Despilfarran obscenamente y por crasas razones de interés político y crematístico no implementan las reformas administrativas imprescindibles; c) Resulta intolerable acusar al Gobierno central de todo lo que ocurre, vieja y casi pornográfica triquiñuela nacionalista: si hubieran hecho bien su trabajo el impacto de los recortes no sería tan lacerante en Canarias. Más allá incluso de la holgada mayoría absoluta en las Cortes, la crisis y el mandato europeo de restricción presupuestaria y consolidación fiscal tienen, como una de sus contrapartidas, disponer de razones técnicas para no caer en tentaciones de acuerdo con los nacionalismos y regionalismos periféricos. Enmarcadas en estos tres apartados cualquier burrada, patochada, ocurrencia, chiste, descalificación o disparate son válidos. Se confía en una tenue recuperación de la economía y el empleo en España a partir del año 2013 y se ofrece generosamente a José Manuel Soria para que obre el mismo milagro en Canarias a partir de la primavera de 2015.
El plan de los ciudadanos canarios es, desde luego, mucho más sencillo, si bien de casi imposible ejecución: se basa y agota en sobrevivir a los tres anteriormente expuestos.