La última idea de ese Guindo que cayó de Lehman Brothers en los dulces brazos del partido conservador español ha sido afirmar que el Gobierno piensa subir los impuestos a los más ricos. Y además que paguen por determinados servicios públicos que hasta ahora han sido gratuitos.
Primero hay que establecer qué consideran nuestros muy poco liberales gobernantes que es ser rico. Porque la triste realidad es que sólo el 1,2 de cada cien contribuyentes declaró en 2009 ganar más de 96.000 euros. O sea, chungo. El asunto no es de huevo, sino de fuero.
El triste asunto es que el Gobierno del PP quiere dar buena imagen entre una devastada clase media, empobrecida y emputada. Y para ello no duda en recurrir al discurso más casposo y trasnochado del viejo comunismo, que no toleraba más ricos que el Estado y sus funcionarios. Este Gobierno, encargado de gestionar la peor de las crisis, ha situado los impuestos directos en España entre los más altos de Europa.
Una persona que gane más de 60.000 euros está trabajando casi seis meses al año sin llevar un duro a su bolsillo. Todo lo que gane será para la Hacienda pública. Los que ganen más de 30.000 euros trabajarán de balde casi cinco meses. Y los que ganen entre 10.000 y 20.000 unos dos meses. ¿Les parece poco a nuestros gobernantes? Tal vez el fin será que trabajemos todo el año y entreguemos todos nuestros ingresos al Estado, con lo que habríamos llegado al triunfo del comunismo a través del gobierno de los conservadores, una ironía de los meandros de la historia.
A menudo se pone como ejemplo a Obama, que también quiere que las grandes fortunas sean solidarias en los EE.UU. Hay que decir que allí hay más ricos. Y aclarar que Obama quiere que los que ganen más de un millón de dólares paguen el 30% en vez del actual 15%. La cruda realidad es que la masa crítica donde caen todas las bombas de esta guerra es la clase media de este país.
Un país donde la deuda pública ha crecido siete millones de euros a la hora -lo que están leyendo- desde el año 2007 hasta finales del pasado año. Siete millones por hora. Y sin radares de la DGT. Ellos lo han dilapidado todo. Y nosotros ahora tenemos que pagarlo. Y lo demás son cuentos de tontos que quieren ser progres.
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