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50 años de la Caja Rural > Leopoldo Fernández

Cumplir 50 años de actividad y hacerlo en plenitud, pese a la crisis y sus graves consecuencias sobre la actividad económica general, no deja de constituir un éxito señalado. El medio siglo de vida de Cajasiete, Caja Rural, resulta tanto más meritorio por cuanto es la única entidad de ahorro netamente canaria que queda en las Islas. Un grupo de pioneros, encabezados por Pedro Modesto Campos, puso en marcha, en los inicios de los años sesenta, la Caja Rural Provincial de Santa Cruz de Tenerife, como cooperativa de crédito sin ánimo de lucro, para prestar servicios financieros en el medio rural, tanto a sus socios como a terceros. Con los naturales altibajos iniciales, tras la sucesiva incorporación de socios y gestores -entre ellos Federico Isidro y Elías Bacallado- y merced al apoyo institucional del Cabildo tinerfeño, sobre todo en la primera etapa de Galván Bello, la Caja Rural, hoy Cajasiete, ha sido, y sigue siendo, el alma económica del cooperativismo agrario provincial. Gracias a ella el sector primario en su conjunto ha dispuesto de una herramienta profesional de calidad y prestación de servicios; éstos fueron ensanchándose con la Ley de Cooperativas de Crédito y con la integración de la Caja Rural en los grupos nacional y europeo correspondientes. Hoy, Cajasiete es una entidad solvente y saneada que funciona democráticamente y en la práctica trabaja como un banco merced a las nuevas normas que rigen a efecto. Bien dirigida por el tándem Jerónimo Monje-Fernando Berge y con una cifra de negocio de más de 2.000 millones de euros y 80 oficinas, atiende las necesidades de sus más de 40.000 socios y de varios millares de clientes más sin relación directa con el campo canario. Sin renunciar nunca a su objetivo social, su capacidad de expansión y crecimiento parecen más que garantizadas por su gestión prudente, su fondo de maniobra, escasísima exposición al ladrillo y la amplia labor social que realiza como principio básico de funcionamiento y compromiso con la comunidad. Como cooperativista por tradición familiar, conozco el mundo en que se mueve Cajasiete, Caja Rural, que siempre, por altura de miras y sentido de la responsabilidad, estuvo abierta a acuerdos con las cajas canarias. Por prisas, egoísmos y desinterés gubernamental no prosperó el acuerdo. Visto con perspectiva, puede que haya sido lo mejor para que esta entidad siga en solitario su camino con el respaldo de sus socios y su reconocido buen hacer profesional, sin sometimientos extraños ni condicionantes ajenos a Canarias.