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El Rey y él > Jorge Bethencourt

Paulino Rivero ha tirado por elevación. Si Canarias, abandonada por Madrid, ya no es un asunto de Estado, lo más directo es acudir al jefe del Estado para exponer la cruda situación del desentendimiento con el Gobierno central. La venenosa estrategia ha sentado como una patada en Moncloa aunque sólo sea porque se sale del guión.

Mariano Rajoy ha situado a las autonomías frente a su propia irresponsabilidad. Los recortes que llueven en cascada desde la Hacienda central llegan a todos los rincones de los diecisiete reinos de taifas que han sido, al mismo tiempo, motor del cambio político, factor de mejora social y sumidero de recursos económicos. Ahora, por mucho que le echen la culpa a Madrid, las autonomías deben subir impuestos a sus ciudadanos, recortar servicios, disminuir el empleo público y, sobre todo, dar la cara para que se la parta el personal cabreado.

Rivero está abandonando el discurso de que no pasa nada. Porque sencillamente es insostenible. Ante los industriales de Asinca hizo un panegírico de las posibilidades de Canarias, a pesar de los malos momentos que atraviesa el archipiélago. Nadie lo entendió. No se puede entender con una devastación laboral como la que padecemos, el retroceso de los sectores exportadores y la sensación de estar colgados de la supervivencia por el delgado hilo del turismo.

Si los países e la UE entran en recesión, como resultado de la austeridad que predica e impone la señoras Merkel, uno de los efectos que vamos a sentir es el descenso de los turistas. Y pese a que el turismo no sostiene a todos los sectores, es la única fuente de ingresos que sobrevive de momento a la debacle de recortes.

La otra entrada de recursos económicos de Canarias, las ayudas, subvenciones y líneas de inversión, se han licuado en la centrifugadora de la lucha contra el déficit público de España.

El presidente canario ya lo dijo: Canarias o es asunto de Estado o se convertirá en problema de Estado. Et voilá. El telón de fondo del discurso que Paulino Rivero habrá trasladado al rey es el valioso papel de un nacionalismo moderado que ha sido un tapón para extremismos. Algo que puede convertirse en agua de borrajas si se elimina el régimen de privilegios del que ha disfrutado Canarias. Sólo que hay una trampa. Tal vez con un pueblo empobrecido y encabronado, Coalición pueda radicalizarse con todo éxito. Pero es un camino que no quiere seguir. Y eso lo sabe Rajoy, lo sabe el Rey y lo sabe Rivero.

Twitter @JLBethencourt