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Fuga de capitales en Latinoamérica > Gerardo Daniel Settecase

Los inversores de riesgo (es decir, quienes invierten para producir, no para especular) están orientando sus pasos dentro de América Latina hacia países que les ofrezcan una seguridad jurídica y que les evite disgustos como el padecido recientemente por Repsol en Argentina.

Y esos países son, no por casualidad, Brasil, Chile, México (pese a un probable cambio de signo político gobernante), Paraguay y Uruguay.

¿Puede el lector observar los que faltan? Algunos de ellos, lamentablemente, carecen de interés, pues han sido abandonados por la Naturaleza o el Creador, o como usted lo quiera llamar, y nada tienen que aportar a un inversor extranjero que, reconozcámoslo, en su egoísmo solo busca, antes que nada, rentabilidad.

Otros, los mas notorios entre los ausentes, son aquellos que por su inseguridad jurídica, su fuerte nivel de corrupción enquistada en todos los organismos del poder, o bien porque el comportamiento mesiánico de su máximo gobernante hace temer que una mañana todo pasará primero a manos del Estado (del Pueblo y de la Patria, se dice por América Latina) con una compensación por lo general ridícula para el inversor expropiado, y de allí a manos de amigos, parientes y conocidos del líder.

También es verdad que varios de los países a los que se están acercando esos inversores, además de tener amplias políticas de promoción de inversión, permiten abusos en el área laboral (salarios bajos, inexistencia de aportación patronal a la sanidad, jubilación, etc.).

Pero ello no es algo que no ocurra en mayor o menor medida en los países de los que hoy esos inversores están buscando irse, o bien han descartado como punto de inicio de actividades.

No en vano, Brasil, Chile, México, Paraguay y Uruguay no padecen grandes fugas de capitales, por lo que no han necesitado imponer, como el mayor productor de petróleo de Sudamérica y el mayor productor de alimentos, un control interno absoluto en la compraventa de divisas externas y la prohibición del uso de tarjetas de débito fuera de su territorio para evitar esas fugas.

¿Quién desconfía de un país donde bancos y agencias de cambio operan normalmente todos los días; las tarjetas de débito son válidas en cualquier parte del mundo aun cuando su moneda no es reconocida entre las de uso referencial en el comercio exterior?

¿A quién le importa fugar capitales cuando pese a sus altibajos, tras pagar impuestos, la seguridad jurídica de ese país me garantice que mi inversión es mía, mi propiedad es mía, mis ahorros son míos y lo seguirán siendo, aun cuando sea necesaria una mayor aportación impositiva?

Es válido repetirlo: no en vano, Brasil, Chile, México, Paraguay y Uruguay no padecen grandes fugas de capitales.

gerardoctkc@gmail.com