opinión>

Miserias> Perplejita me hallo

El presidente del Tribunal Supremo, Carlos Dívar, pasa veladas aciagas estos días, ahogado en su propio asombro, estupefacto ante el hecho de que la impertinencia se haya abierto paso en nuestra sociedad hasta el punto de que un vocal del Poder Judicial le haya puesto en la picota al reunir indicios de que Dívar se ha ido de “fin de semana largo” al mismo hotel de lujo de Puerto Banús unas veinte veces, con cargo al dinerito de todos, y sin que se justificase en razón de su cargo.

Ante esto, Dívar ha reaccionado con la displicencia de quienes se exasperan cuando les piden explicaciones, porque dan por supuesto que no tienen que darlas. Uno no preside el Tribunal Supremo para luego tener que desglosar en qué se gasta los cuartos. Y despacha las preguntas argumentando que los seis mil euros que, de momento, se le acusa de malgastar son “una miseria”. Con esa miseria una familia pagaba más de un año de hipoteca, o un jubilado se garantizaba vivir más o menos dignamente el mismo tiempo. Con esa miseria, un comedor social podría aliviar el hambre de mucha gente.

Es alarmante pensar que el responsable del máximo órgano judicial de este país vive con semejante grado de desconexión de la realidad y de sus propios (y cacareados) principios éticos y morales. El mismo magistrado que impidió que el CGPJ apoyase la ley del aborto amparándose en sus convicciones religiosas, no parece haber tenido reparos en que le financiemos sus escapadas de relax. Debe ser que en los sermones no se habla del tema.
Para miseria, la suya, don Carlos.