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Montaña rusa, por Óscar Herrera

Hay cosas que no cambian: sí no hay un rato de sufrimiento no somos el Tenerife. Bastó un gol del Badalona y un par de acercamientos a la portería de Sergio Aragoneses para que se multiplicaran por dos las pulsaciones de los 13.000 aficionados que estaban en el Heliodoro.

Por eso ya vamos al estadio preparados para todo, con el Tenerife de por medio cualquier cosa puede pasar. Y eso es lo que a mi me da esperanzas y optimismo para lo que viene. Da igual quien sea el entrenador o quienes los futbolistas, este equipo se mueve mejor en situaciones límite y cuando tiene la soga al cuello. Y esa mentalidad de funambulista es la que no tienen otros rivales. Eso y la grada de un Heliodoro que tira del equipo en los momentos de duda y con los rivales apretándonos el gaznate. Somos el Tenerife y en el alambre nos movemos como pez en el agua.

Ayer hubo momentos en los que un gol del Badalona nos hubiera dejado KO, con el 2 a 1 en el marcador, cualquier jugada de los catalanes hacía prever la tragedia que nunca llegó. Y no llegó por fe, por la que tuvo Aridane Santana que persiguió una jugada imposible y por la que transmitió al resto de sus compañeros. Así que, acostumbrados a jugar con fuego, estamos seguros que lo que queda por delante será parecido, y ahora que el ascenso está a 4 pasos, habrá que acudir a cada partido sabiendo que nos esperan emociones fuertes. Es nuestro sino, es parte de las señas de identidad de un club que tiene más de pupas que los rojiblancos del Atlético de Madrid. Ellos serán los pupas genuinos, pero ganan títulos y se mueven en la zona noble del fútbol. Unos tienen la fama y nosotros el provecho. Cada cierto tiempo tenemos una pequeña gran alegría: un ascenso y poco mas, pero seguimos fieles a unos colores a pesar de que las alegrías y los éxitos sean escasos y tan infrecuentes como la visita de un cometa a nuestra órbita. Pero ahí seguimos, dándolo todo y hasta haciendo la ola en el estadio como sucedió ayer ya cuando nos veíamos clasificados.

Por todo eso cada vez creo mas en el ascenso, porque no hay rival que nos gane en fe y en saber pelear en el borde del precipicio.

Ahora bien, lo que pasó en la ida en Badalona y los minutos de susto ayer deberían valer para salir a morder desde el primer aliento de la próxima eliminatoria y saber que hay otros caminos aparte del que he relatado. Está también la forma en la que el Real Madrid Castilla fulminó al Cádiz, sin despeinarse y abusando. Pero no veo yo al Tenerife tan en plan sobrado. La escenificación de ayer es la que nos gusta y así tenemos que asumirlo. Tal vez por eso queramos tanto al Tenerife, porque las cosas que más se valoran son las que más esfuerzo cuestan, y a este club cada logro le cuesta un puñado de taquicardias y achuchones a la patata.

Así que, respiremos unos días que el Domingo nos volveremos a subir a la montaña rusa blanquiazul: todo un sinfín de emociones en torno a un equipo de fútbol.