... y no es broma > Conrado Flores

Porque somos iguales ante la ley > Conrado Flores

Porque todos somos iguales ante la ley, ando un poco preocupado. Iñaki Urdangarín, exjugador de balonmano, exyerno ejemplar, exmarido ideal, confía en cerrar un pacto de conformidad con la fiscalía que le permita devolver los fondos malversados y evitar su ingreso en prisión. Algo así como decir que sí, que fue él, que se equivocó, traerse las pelas de Suiza, de las Islas Caimán o de donde sea, devolverlas y llegar a Washington a tiempo para ver en la tele el Saturday Night Live. Con dicho pacto también evitaría deteriorar la imagen de una monarquía que, entre escopetas, tiros y cacerías de elefantes, no pasa por su mejor momento. El hombre se sentó a pensar y le vino a la cabeza que lo mejor va a ser que no lo metan en la cárcel. Pero no por nada, sino para que este desagradable asunto no salpique al rey, que el hombre no tiene nada que ver con este asunto. Menudo crack.

Porque todos somos iguales ante la ley, ando un poco preocupado con la posibilidad de que todos los chorizos quieran hacer lo mismo que don Iñaki. Temo que un tipo me robe un día el coche, se vaya de fiesta con él al Puerto de la Cruz, me lo raye, se lleve el reproductor de CD y después quiera hacer un pacto con el fiscal. Según su plan, un par de años más tarde podría devolverme el coche con 20 euros de gasolina y el reproductor, y quedar en paz con la justicia. Pero no por nada, sino para que este desagradable asunto no salpique a su suegro, que el hombre no tiene nada que ver con este asunto.

Porque todos somos iguales ante la ley, confío en que la fiscalía no tendrá en cuenta este arrepentimiento súbito de don Iñaki, aunque ponga cara de gatito abandonado. Me viene a la cabeza el personaje del “predicador” del conocido western El jinete pálido. En esta película, Clint Eastwood encarna a un pistolero que defiende a los miembros de una pequeña comunidad minera de los propios agentes de la justicia, que se sitúan al lado de un malvado terrateniente sin escrúpulos pero con mucho dinero. Al final se hace justicia y todos los malos mueren tiroteados a manos del pistolero. Pero claro, aquello era el salvaje oeste.