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Donde el arte y la fe cruzan sus caminos

El pueblo de Mazo se vuelca con el Corpus, fiesta que destila todo la creatividad y la sabiduría que sobre la naturaleza tiene su gente. / FOTOS: CÉSAR BORJA-ACFI PRESS


DAVID SANZ | Villa de Mazo

Tras una intensa madrugada de trabajo, dando los últimos retoques a los espectaculares arcos y pasillos, donde el sabor de la mistela y el chocolate caliente, se confundía con el olor de las semillas y las flores que componen estos diseños, los macenses celebraron ayer el día grande del Corpus Christi. Una explosión artística que engalana las calles del casco histórico del municipio para servir de escenario al paso procesional de la sagrada forma de los cristianos, donde la expresión artística efímera se da la mano con el acto de fe que aspira a lo intemporal.

Mazo amaneció, como cada jueves de Corpus, vestida con los elegantes arcos, que dan a sus empedradas y empinadas calles de su centro histórico, una mayor solemnidad. El silencio del que gozan las tranquilas y nobles vías de este pueblo, se veía interrumpido por el repique de las campanas de la iglesia de San Blas, que vuelve a celebrar el Corpus después de varios años cerrada por las tareas de reforma en el templo macense. Además, pronto empezaron a llegar los primeros curiosos que no querían perderse este espectáculo artístico, fruto de la creatividad y laboriosidad de un pueblo.

Ya en la noche anterior, cientos de personas acudieron a Mazo para contemplar estos trabajos, en una entrañable costumbre que se ha ido extendiendo y que permite a los visitantes conocer y compartir con los autores de los elementos que conforman el Corpus sus misterios. Porque si hay algo que sorprende en el Corpus de Mazo, más allá de la grandeza de los arcos, es que están elaborados con elementos todos ellos cogidos de la naturaleza y sin la utilización de ningún colorante, pese al enorme colorido que muestran. Todo ello requiere de un enorme trabajo previo y, sobre todo, de una sabiduría popular que pasa de generación en generación.

Estas son algunas de las claves por las que el Corpus de Mazo tiene el reconocimiento de Fiesta de Interés Turístico Nacional. Mazo es, en este día, una expresión de fe, pero también del arte de un pueblo que destaca en la geografía insular por el cuidado de sus tradiciones. Una fiesta que además congrega a todo el pueblo e, incluso, a muchos de los macenses que viven fuera y regresan estos días a su tierra.

Celebración

Como es costumbre, la música tuvo un lugar destacado, con el Concierto de Corpus que ofreció por la tarde la Banda Municipal de Música Arecida de Villa de Mazo en la plaza Pedro Pérez Díaz. Poco antes, sobre las cinco de la tarde, abrieron las puertas las exposiciones del Museo del Bordado, del Corpus Christi, en la Casa Roja, y también las muestras del Aula de Pintura Gregorio Toledo, del Salón de Plenos Alonso Pérez Díaz, de la Sociedad La Unión y de la Escuela Insular de Artesanía.

Luego dio comienzo la celebración de la eucaristía en la parroquia de San Blas, a la que asistieron las principales autoridades municipales e insulares. Presidida por Jorge Fernández, vicario episcopal y párroco de La Concepción de La Laguna, la misa fue concelebrada por una importante representación del clero de la isla de La Palma. La música corrió a cargo del Coro del Aula de Música de Villa de Mazo y Tijarafe y el Coro Infantil Princesa Arecida.

Con la caída de la tarde, llegó el momento más esperado de la jornada, con la procesión del Santísimo Sacramento por las principales calles de Villa de Mazo, acompañada por los acordes de la Banda de Música Arecida y la Banda de Cornetas y Tambores del Centro de Formación de Tropa de Canarias. Arropando a la sagrada forma, el pueblo de Mazo, orgulloso de la tarea realizada.