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El misterio de ‘la casa del alemán’

GABRIELA GULESSERIAN | La Orotava

CASA DEL ALEMAN-LA OROTAVA
La vivienda tiene unos 12.000 metros cuadrados. / MOISÉS PÉREZ

Varias hipótesis y mucho misterio en torno a un denominador común: la vivienda número 5 de la calle Rosales, ubicada en pleno casco de La Orotava, donde el lunes a la medianoche se hallaron restos óseos de dos personas, un hombre y una mujer de avanzada edad y con más de 30 años de antigüedad, desparramados entre la sala y la bodega. En concreto, tres fémures, un cráneo y dos caderas, algunos de los cuales estaban colocados encima de un mueble, como parte de la decoración y que se encuentran en el cementerio municipal a disposición judicial.

Las investigaciones “están prácticamente cerradas” porque la Guardia Civil no ve indicios de delito ni signos de violencia en los restos analizados por los forenses. De hecho, la casa ni siquiera está precintada. Todo indica que se trata de un ritual macabro.

Sin embargo, el suceso ha dejado bastante perplejos a los vecinos de la zona, algunos de los cuales se enteraron de lo ocurrido por DIARIO DE AVISOS. Sobre todo, si se tiene en cuenta que hace más de una década también se encontró un cadáver en el inmueble, pero nunca se supo exactamente que es lo que había ocurrido. Después de eso, el alemán, su propietario, “desapareció”, según algunos residentes. Es más, hubo quienes se arriesgaron a decir que “estaba preso en el extranjero porque lo habían culpado del asesinato”.

Una versión que desmiente Chicho Villar, vecino y conocido desde hace 25 años del dueño de la vivienda, cuyo nombre es Klaus, pero cuyo apellido prefiere no revelar. Chicho, como le gusta que lo llamen, tenía su taller en frente de la Casa de los Rosales. Conoció a Klaus en el año 1982 cuando se la compró a otro ciudadano alemán y este a su vez a un vecino de la Villa, Manuel Arbelo. “La restauró y la arregló toda, invirtió un montón de dinero porque la vivienda, de unos 12.000 metros cuadrados, tiene dentro como cinco apartamentos”, comenta. “Klaus es muy buena persona, un caballero y nunca tuvo problemas con nadie, que yo sepa”, matiza Villar, quien se comunica con Klaus porque lo llama “de vez en cuando”, aunque fue su esposa quien lo hizo por última vez, en Navidades.

‘El alemán’ tiene 83 años y vive en Munich, Alemania, aunque anteriormente residía en Hamburgo, donde fue con su familia a visitarlo hace unos ocho años. Solo conoce a uno de sus hijos, al que llama Bosca, “que no habla nada de español” y que viene de vacaciones a Tenerife “todos los años por esta época”. Precisamente, ahora está aquí, “pero no quiere saber nada de la casa”, le confesó.

Chicho fue a ‘la casa del alemán’, como la conocen en el barrio, la semana pasada y estaba “en perfectas condiciones”. Pero el miércoles, cuando volvió a entrar, “era un desastre”. Comenta que rompieron las puertas de tea, el piano y un bar antiquísimo, “que tenía como 300 o 400 botellas de bebida”. También se llevaron un baúl, repisas, sillones y cuadros. En la parte de arriba y en el jardín, que tiene unos 500 metros cuadrados y está lleno de hierbajos, no hicieron nada”.

Villar y su esposa tienen desde hace 25 años las llaves de la casa, “menos de la parte que él tenía en secreto”, dice refiriéndose a la habitación de Klaus, su cuarto de baño y el armario. Aunque está sin habitar desde hace unos 10 años, insiste en que el inmueble “no está totalmente abandonado porque él lo cuida”.

Chicho le tiene especial cariño a la vivienda porque vivió allí dos años y no quiere que sigan entrando y destrozando cosas. Por eso, avisa de que intentará reparar las puertas “lo antes posible”.