ENIGMA$ >

El placer de explicar, por Ricardo Campo

Imagine que pierde las llaves del coche o de su casa. ¿Puede habérselas robado un extraterrestre o un ladrón invisible, indetectable y paranormal? Pues quizá, pero lo normal es no pensar semejantes tonterías y tratar de reconstruir todos los pasos que ha dado uno hasta llegar al lugar donde probablemente perdió su pertenencia. Este procedimiento nos obliga a poner en práctica una capacidad innata que todos tenemos más o menos adormecida, y no me refiero a los poderes psíquicos, que no existen, o por lo menos nadie ha probado su existencia a pesar de la abundante propaganda falsaria al respecto: me refiero al pensamiento crítico, una habilidad que muchas personas inhiben cuando leen sobre misterios y maravillas de todo a cien o ven en la tele un programa de historietas resueltas hace décadas pero vendidas como el no va más de la ciencia. Los enigmas y los misterios están ahí para que, gracias a nuestra capacidad de explicar y entender, dejen de serlo. Quien diga lo contrario le estafa y le miente por intereses ajenos al desarrollo del puro conocimiento: son aquellos cuyo norte es la promoción de sus dislates con fines crematísticos, para lo que adoptan una pose de vanguardia, se arriman a científicos auténticos a menudo despistados y apelan a la apertura mental con tal de que usted compre, compre y vuelva a comprar.

A los científicos les pagan por explicar los fenómenos y los misterios con los que se tropiezan en su campo de acción. Se hallan causas naturales de las enfermedades; se descubre a qué factores evolutivos se deben las capacidades de este animal o aquella planta; se aclara el origen de los planetas enanos situados en los confines del Sistema Solar. ¿A quién pueden recompensar por no resolver o arrojar un mínimo de luz en los temas de su pretendida competencia?: a los que han hecho del fraude, de la media verdad, de la emoción fingida, del oscurecimiento y el embrollo de todo lo que tocan su modo de promoción social. Resolver supuestos misterios (gran parte de los ovnis no son más que planetas, estrellas fugaces y objetos de fabricación humana; no hay momificaciones milagrosas, solo naturales dependientes de la temperatura y la humedad; no existen casas encantadas, sólo personas que creen que hay espíritus morando en ciertos inmuebles, etc.) es un placer y una necesidad que todos sentimos en mayor o menor medida. Dese usted el gusto de tratar de hallar una explicación racional a lo que nos vende la subcultura de los misterios de pacotilla; así contribuirá, de paso, a que personas poco informadas tengan la oportunidad de escuchar una visión crítica, ignorada sistemáticamente, de lo que nos presentan los comerciales del más allá (cobrando en el más acá).