EL DIARIO DEL COACH >

Emociones > Andrés Brito

Darte un golpe, mojarte con agua caliente o que te hagan cosquillas son sensaciones que experimenta tu cuerpo y que te informan acerca de cómo estás interactuando físicamente con el entorno en el que te encuentras. Pero, ¿y cuando las sensaciones no son corporales. sino que provienen de tu mundo interior? Entonces se llaman emociones y, al igual que ocurre en el cuerpo con el placer o el dolor, estas también te transmiten un mensaje sobre lo que está sucediendo, pero dentro de ti.

Saber identificar correctamente una emoción sin confundirla con otra y, sobre todo, saber qué hacer con ella es la base de lo que Goleman denominó inteligencia emocional. Las emociones son inevitables, porque son reactivas, como el dolor tras un golpe. No obstante, bien gestionadas te serán de enorme ayuda.

El coaching, haciendo preguntas, te facilita un manual de instrucciones básico para canalizar tu emoción. Primero, detente y obsérvala: cuál es su intensidad y qué efectos provoca en tu cuerpo. Segundo, pregúntate para qué te sirve esa emoción en virtud de la información que te suministra: acaso esté reclamando tu atención sobre algún aspecto de tu vida que puedes transformar en una zona de mejora o, sencillamente, sea una invitación a gozar de la felicidad del momento presente.

Tercero, escucha con atención tu diálogo interior y modifícalo si detectas que te desmotiva en vez de potenciarte.

Es ahí, en lo que te expresas en tu mente sobre la situación que ha inducido la emoción, donde está la diferencia entre emoción y estado de ánimo: ya no es inmediato, sino que se convierte en una disposición más dilatada en el tiempo que solo se transformará en otro estado de ánimo si cambias eso que íntimamente te dices o si se produce una nueva emoción. De hecho, lo quieras o no, estás permanentemente dentro de un estado de ánimo concreto que se vuelve, por así decirlo, un cristal a través del cual observas la realidad sin darte cuenta de que la tiñe de un determinado color o de que la magnifica como hace una lente.

Un chamán contó a los pequeños de su tribu que dentro de cada uno de nosotros luchan un lobo bueno y un lobo malo, y que vencerá aquel de los dos al que elijamos alimentar. Ambos se nutren de nuestro diálogo interno, que puede ser veneno o bálsamo. Revísalo y haz los cambios oportunos.

www.andresbrito.com