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En capilla> Alfonso González Jerez

partir del lunes -créanme- todo cambiará. Contra lo que se cotorrea hasta la extenuación lo que ocurrirá no estará condicionado fuertemente por los resultados de las elecciones en Grecia: una apurada victoria de las fuerzas políticas más proclives a obedecer sin rechistar a los rectores de la UE, el Banco Central Europeo y el FMI solo supondría alargar la agonía. Y ni siquiera van a conseguirlo. Los griegos tendrán la desfachatez de votar mayoritariamente por un partido que admite el pago de las deudas y préstamos, pero sometido a una negociación política para no caer en el canibalismo. Y eso es intolerable. Paga ahora y muérete después es la divisa obligada de los pueblos que asumen varonilmente sus responsabilidades. Esta maldita estupidez de Grecia -consecuencia de la estúpida avilantez de sus gobiernos y de oligofrenia ocupacional de los tecnócratas europeos y de los dirigentes políticos que tienen toda la razón escrita en los billetes de cien euros- nos llevará a la catástrofe. Un problema perfectamente reducible y solucionable hace tres o cuatro años, un acceso purulento en la economía y en el mercado de deuda europeo, se ha convertido en un cáncer letal. ¿Y España? Pues exactamente lo mismo. A España le van a hacer un griego.

El plan de rescate bancario ha envejecido de golpe. Por ahí anda Luis de Guindos, de quien se afirma que es ministro de Economía, negociando el contrato-memorando con las autoridades de la UE. El plan de rescate bancario, desde un punto de vista gastronómico, es pura coprofagía, pero en la lógica de la política europea y de sus mecanismos institucionales deviene un plato único al que se te convida obligatoriamente. Los mercados no pican no por maldad luciferina u odio a la España una, grande y endeudada, sino porque no les convence. No se fían del FROB y su presunta metodología crediticia, no se fían de lo que supondrá en incremento del déficit público español, no se fían de los plazos, no se fían, en definitiva, de que esos 70.000 millones de euros consigan desapalancar el sistema financiero español, estimular el crédito y reanimar a medio plazo la fiabilidad de la deuda pública y del tejido económico del país. Y por antipatriótico que pueda parecer, en fin, esos cabronazos hacen bien en no fiarse. Una salida griega del euro, ordenada o atropellada, llevará a un pánico financiero generalizado. Y cualquiera de los escenarios posteriores es un círculo del infierno dantesco: o una intervención en España con todas sus consecuencias (¿servirá algo haber leído a Lessing en el nuevo protectorado alemán?) o un Banco Central Europeo empujado a una diarrea de cientos de miles de millones de euros por todo el Mediterráneo o el regreso a la peseta, el gasógeno, el piojo verde y a comer café con gofio y a cenar gofio y café. El domingo conviene relajarse: un partido de fútbol de la Eurocopa o el festival caníbal y macaronésico del V Congreso de CC. El lunes será otro día. Ese que llevamos esperando ya años. No se lo pierdan o él los encontrará.
@AlfonsoGonzlezJ