(DES) TROZOS>

En el buen camino> Luis Padilla

El Tenerife aún no ha logrado el ascenso a Segunda División. Si al final se queda sin premio, la temporada no admitirá otra calificación que un suspenso. En cualquier caso, con la fiesta del ascenso o con el insuficiente a cuestas, la entidad ha ofrecido en las últimas semanas importantes síntomas de mejoría institucional.

LOS SÍNTOMAS. No cobrar a los abonados en las eliminatorias por el ascenso, invitar a colegios a los entrenamientos y dejar a los niños confraternizar con los futbolistas, acercarse a los veteranos y participar en los homenajes a Justo Gilberto, convocar concursos de dibujo o fotografía, organizar una jornada de puertas abiertas con los medios de comunicación, propiciar una mejor relación con las peñas y los aficionados, auspiciar recibimientos multitudinarios al equipo a su llegada al Heliodoro… Las medidas tomadas por el CD Tenerife en las últimas semanas —entre las que hay que incluir la puesta al día en los pagos a la plantilla— no son más que las lógicas en una institución deportiva. Pero desacostumbrados como estábamos a que reinara el sentido común, es obligado reflejar que se ha producido un avance notable.

EL TÉCNICO. Otro acierto del club es haber apostado por Quique Medina como entrenador. Y no sólo por sus conocimientos o su capacidad como técnico —aspectos que, como simple aficionado, sería un atrevimiento enjuiciar— sino también por su comportamiento, que está a la altura del prestigio histórico de la entidad y de las necesidades actuales del equipo. Porque en esa combinación de saber mezclar pasado y presente ha encontrado Quique la llave para hacerse con un puesto muy complicado. Es cierto que partió con la ventaja de haber sido futbolista del Tenerife, que es algo muy distinto a haber sido jugador de fútbol. Por eso sabe cuál es la historia de este club, su idiosincrasia, sus obligaciones, su significado… y a partir de ahí ha entendido cómo aplicar sus conocimientos en beneficio de la actual situación del equipo.

P.D. Hace más de un cuarto de siglo me presenté en la sede de DIARIO DE AVISOS con más atrevimiento que conocimientos: quería hacer prácticas en el periódico, pero no había empezado aún la carrera de Ciencias de la Información. Al frente del barco estaba ese verano Manuel Iglesias. Me preguntó qué me gustaba y diez minutos después de haber llegado por primera vez a una redacción ya me había enviado al Heliodoro a hacerle una entrevista a Salvador el Gomero, al que el Tenerife había contratado días antes. No lo debí hacer mal (sí muy despacio, según recuerdo), porque al día siguiente la entrevista abría la sección de Deportes sin corrección alguna. Los pibes de prácticas, en especial si no han empezado la carrera, suelen ser más un engorro que una ayuda. Con buen criterio, aquel señor pudo mandarme a cortar teletipos, a archivar documentación o a que hiciera reportajes intemporales. En resumen: a un lugar donde no molestara. Sin embargo, prefirió comprobar si podía serle útil al periódico. Gracias, Manolo.