Desde hace ya algunas semanas, Carlsberg propone un reto a unos cuantos jóvenes sobradamente preparados en la tediosa labor de movilizar a los tranquilos cybertranseúntes que andamos por las redes. Deben conseguir el apoyo de sus amigos de facebook, y uno de ellos viajará con la Roja a la Eurocopa a un país muy lejano del que no verá nada o muy poco porque a duras penas tendrá tiempo de ver un partido de fútbol.
Cada uno tiene una misión. Y un reto. Los demás tenemos que votar a quien creemos que se merece el premio, bien por méritos o por insistencia. Pero antes debemos hacernos fan de la página de la marca y aceptar que ésta publique con nuestro nombre en nuestro muro personal de facebook su mensaje publicitario. ¿Estamos dispuestos?
Una vez que termine esta frenética búsqueda de votos, tocará el análisis de estadísticas, impactos, coste, repercusión, ampliación del público objetivo, permanencias de fans y datos de los contenidos compartidos sin presiones juveniles de por medio.
Involucrar a las personas que comparten en las redes sociales en una campaña de comunicación, no siempre repercute económicamente en la marca que genera la idea, pero crea una revuelta ruidosa, festiva… y molesta.
Es una forma divertida de mantener en vilo a familias enteras que no pueden dejar de mirar el parpadeo de sus portátiles, esperando no ser desbancados por un competidor que le pisa los talones.
Estas pequeñas maravillas son las que despiertan la originalidad de las marcas.
Por cierto, yo voté a Paula.