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Mikel Becerra > Lus Ortega

A los problemas globales de un país arruinado, a los derivados de unas estructuras económicas propias y los efectos de los recortes que padecemos sin el consuelo de la mejoría, hasta ahora, se añade la dolorosa carencia de liderazgos políticos que, con alguna honrosa excepción, La Palma padece. Eugenia Paiz nos informa en estas mismas páginas de la languidez y desatención que padece la Reserva Marina de La Palma, denunciada por Mikel Becerra, experto en Ecología Marina del CSIC y Alberto Brito, catedrático de la especialidad de la Universidad de La Laguna. A grandes rasgos, según cuenta nuestra paisana, “el ingente trabajo desarrollado en la recuperación de biodiversidad y la concienzuda recuperación de los fondos marinos, que supusieron notables inversiones económicas pueden caer en saco roto en el plazo de un año”. Ahora mismo, la falta de vigilancia y la desatención del área protegida están al albur de pescadores furtivos que pueden causar daños irreversibles en un ecosistema que, por sus valores, mereció la protección pública. Mientras varios científicos denuncian el grave riesgo que padecemos, fuentes del partido en el gobierno minimizan los riesgos porque “los recortes sólo afectan con carácter transitorio a las acciones divulgativas y educativas”. Mikel Becerra, calificó la decisión del Ministerio de “auténtico desastre” y señaló que “se trata de una demostración de miopía política”, que resulta “incongruente” dado que “las reservas marinas son rentables, pero se aducen razones económicas para los recortes en el colmo del cinismo”. Así las cosas, la responsabilidad de su mantenimiento recae en la población palmera. Como hasta la fecha, las únicas reacciones a esta desidia son el anuncio de una carta que una autoridad palmera dirigirá a la administración central y las disculpas sobre los recortes, que manifestamos antes, se nos ocurre que todos los diputados palmeros pacten una iniciativa parlamentaria para debatir en nuestra cámara legislativa y que los municipios, sea cual sea el signo político de los equipos de gobierno, hagan un ejercicio de sentido común y patriotismo y voten mociones en defensa de uno de los activos que están amenazados en una isla con francas dificultades de futuro. El potaje político que se ha registrado en nuestra isla, “en aras de los deseos del pueblo”, según explicaron sus cocineros, tiene ahora una excelente oportunidad de defender el interés general -este tema entra en ese campo- y no el mero reparto de poder y la manipulación de la voluntad de los electores.