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El presidente de la República Popular China, Hu Jintao, no pudo desayunar durante su estancia en el Sur de Tenerife. Al amanecer, como es su costumbre, y nada más ducharse, leyó un capítulo del Libro Rojo y consultó en su Ipad las cifras y comentarios de Bloomberg. Pero cuando se sentó en la mesa de su suite a desayunar (el bufet estaba copado por los adjuntos ministeriales, los secretarios y los guardaespaldas) su camarero personal entró en la habitación presa de un nerviosismo inocultable. Hu Jintao se dio cuenta enseguida: no en vano había aplastado como cucarachas a 300 camaradas para llegar al Comité Central y a otros 3.000 para ocupar la Jefatura del Estado. Algunos fallecieron en accidentes y otros por los excesos alimenticios que soporta la élite del Partido.

-¿Qué ocurre, camarada camarero?

-Camarada presidente, dos individuos están empeñados en que los reciba ahora mismo. El jefe de seguridad les ha conminado a abandonar el pasillo inmediatamente, pero se niegan a hacerlo. Dicen que son gente importante en esta isla.

-Confucio dijo: la gente que se considera importante no tiene ninguna importancia.

-¿Eso es de Confucio?

-Si el Partido dice que es de Confucio, es de Confucio. Pero la verdad es que lo leí en una bolsa de azúcar cuando estuvimos en Nueva York. Occidente está en plena decadencia, camarada camarero. Sara Carbonero es trending topic y a Confucio lo ponen junto a bocadillos de mortadela rancia. Siento curiosidad. Tengo dos minutos libres. Haz pasar a esos individuos.

Un instante después entraron en la habitación, acompañados de un guardaespaldas, dos sujetos que el presidente chino contempló con un placer inicial: eran más bajitos que él. El que parecía más prominente le recodaba a alguien. Sí, lo había visto en el aeropuerto, seguro.

-Buenos días, señor presidente. Es un honor poder saludarle de nuevo. Soy Paulino Rivero, presidente del Gobierno de Canarias, y me acompaña José Miguel Barragán, secretario general de mi partido.

-Ah, sí -el dirigente chino parecía estar espantando una mosca-. Lo recuerdo. Estaba usted en el aeropuerto y es usted el jefe de esta provincia.

-Bueno… eeeh… no exactamente. Yo soy presidente del Gobierno…

-¿Pero el que manda es usted, no? El del bigote. El secretario general. El señor Barriga, ¿no?

-No, no -Barragán se removió, incómodo-. Yo no mando…Yo soy uno más… Todos remamos en la misma dirección…
-¿Confucio? ¿Sara Carbonero?

-Secundino Delgado.

-Yo soy presidente de mi partido, señor presidente, y queríamos ofrecerle un lugar en la comisión ejecutiva de Coalición Canaria.

-¿Qué dice? ¿Yo?

-Por supuesto. A ver quien va a poner reparos. Un socio estratégico en la dirección de CC. Y si alguien protesta, como con Narvay…

-Que lo vayan a buscar China -sonrió Barragán con astucia felina.

@AlfonsoGonzlezJ