Los datos del Servicio Público de Empleo Estatal (SEPA) dados a conocer esta semana, referidos al mes de mayo, sitúan a Canarias como la región donde más aumentó el paro. En contraste con esta situación, el desempleo se redujo un 0,63% en el conjunto del Estado, circunstancia que ha sido utilizada por la ministra de Trabajo, Fátima Báñez, para llegar a decir que es un indicio que permite “ver la luz al final del túnel”. Sin duda, una interpretación del todo precipitada, que recuerda aquella otra que realizó en su día la exministra Salgado, con los brotes verdes. Llevamos tiempo indicando que, mientras las medidas de austeridad practicadas por el Gobierno de España no se acompañen de políticas de estímulo al crecimiento, el paro seguirá creciendo en Canarias. Lejos de tratarse de una conclusión superficial, cada vez son más las voces que apuntan hacia esa misma dirección, incluso en el seno de las instituciones europeas, donde mayoritariamente se expresa la necesidad de conjugar ambos objetivos. Sin embargo, al contrario de lo que debiera suceder, resulta que mientras inversión media que realiza el Estado por habitante -incluyendo las Islas- es de 269 euros por habitante, en Canarias se reduce a 134 euros, cuando la Ley del Régimen Económico y Fiscal consagra que al menos habría de ser igual. Como ya hemos manifestado con anterioridad, estas cifras evidencian que las Islas sufren un maltrato extremo por parte del Gobierno de España. Y así será imposible revertir esta situación que nos condena a permanecer a la cola en cuanto a creación de empleo. Paradójicamente, las instituciones isleñas figuran a la cabeza del país respecto al cumplimiento de los objetivos de reducción del déficit público y el rigor presupuestario. Hemos acatado la tarea muy por encima, incluso, de aquellas que están gobernadas por el Partido Popular y que, por eso mismo, debieran dar ejemplo de coherencia con quien marca las políticas del Estado. Pero esta circunstancia, ese comportamiento ejemplar y solidario de Canarias, se ve respondido desde Madrid con un abandono persistente. En tanto el Gobierno de Mariano Rajoy continúe empecinado en basar sus medidas contra la crisis sólo en el rigor presupuestario y la reducción del gasto, no se resolverán los problemas. Incluso, puede llegar a agravarlos, tal y como se manifiesta en las reciente cifras del desempleo. Reiteramos, además, que esas políticas, unidas a la progresiva subida de impuestos, por sí solas van contra de la línea de flotación del crecimiento, generan más deflación, incrementan el paro y aumentan el valor real de las deudas. Tal y como dijimos hace tres meses, tras analizar los datos del Boletín de Coyuntura Económica Insular del cuarto trimestre de 2011, se hace necesario combinar políticas de austeridad y medidas que incrementen la liquidez del sistema y la capacidad de circulación del crédito, de forma que se estimule el consumo y la inversión. Más que nunca, necesitamos favorecer la apertura al exterior, estimular la creación de empleo y evitar una parada en seco de la economía, extremo que acarrearía grandes riesgos y dificultades. Pero necesitamos de la solidaridad de las instancias europeas y españolas. No es posible acometer un giro en solitario. Demandamos con urgencia un cambio radical en el trato hacia una región condenada al ostracismo por la perversa razón de que sus gobernantes pertenecen a formaciones políticas distintas de la que rige en las instituciones estatales. Y nos preguntamos: ¿sirve de algo contar con un ministro canario dentro de ese Gobierno? Por lo visto hasta ahora, todo lo contrario.
*Presidente del Cabildo de Tenerife