
EFE | Bruselas
La foto oficial sobre moqueta parece tranquila y serena. Miembros oficiales de casi 200 países vuelven a decidir sobre el futuro medioambiental de un Planeta que, no hay que olvidar, precedió y antecederá a la especie humana que en estos días decide por él. Ayer, miles de personas se manifestaban por las calles de Río de Janeiro mientras en el Riocentro tenía lugar la Cumbre de Río+20 que se inició ayer con un documento previo consensuado que no convence más allá del recinto donde se celebra hasta mañana viernes.
La Confederación de Sindicatos Europeos (CES) criticó ayer el acuerdo provisional alcanzado por los 193 países que participan en la cumbre al considerar que el texto incluye pocos avances sobre los derechos de los trabajadores y, en especial, sobre los de las mujeres. El documento denominado El futuro que queremos fue aprobado por todas las delegaciones y fue elogiado por la ONU y por Brasil, pero duramente atacado por las ONG. En un comunicado, los sindicatos europeos expresan su “gran decepción” por la “rápida aprobación de un documento que representa un retroceso frente a los compromisos alcanzados en acuerdos internacionales anteriores” y critican que haya “pocas propuestas concretas sobre la forma de tratar estas cuestiones”. Entre otras declaraciones importantes, ayer el presidente de Irán, Mahmud Ahmadineyad, hizo un llamamiento a establecer un “nuevo orden mundial”. El líder iraní manifestó que de nada sirve crear nuevos organismos internacionales “si son iguales y sirven para cubrir los (mismos) problemas” que las actuales instituciones, entre las que citó la Organización Mundial del Comercio (OMC), el Consejo de Seguridad de la ONU, el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Según Ahmadineyad, el actual orden mundial se basa en el materialismo, el beneficio económico, el consumismo, la pérdida de la moralidad y el ateísmo, principios sobre los que los países ricos “justifican el uso viejos medios”, como la violencia o la devastación ambiental.
Por su parte, y como reacción al cónclave ayer se supo que el 45 por ciento de los altos ejecutivos (CEOs) cree que “no se llegará a ningún acuerdo o éste será mínimo” durante la conferencia de Brasil.