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“Sentí que se me rompía la espalda”

Espectaculares instantáneas del helicóptero del GES pilotado por Román Mesa, en la aproximación durante el rescate de Naty en el refugio de Altavista. | ÁLVARO ARMAS


TINERFE FUMERO | Santa Cruz de Tenerife

“Te prometo que desde ahora siempre elegiré la playa”. Parece mentira que a Naty, la mujer de 38 años al que un heroico rescate aéreo en el Teide le salvó la vida el pasado sábado, le queden ganas de bromear cuando aun no ha logrado volver a caminar a pesar de la evolución favorable de la terrible lesión que sufrió aquel día. “Lo único que me dijeron hace 12 años, cuando me caí en casa y me pusieron una placa de platino en las cervicales, era que no me podía lanzar de cabeza. Nada sobre la altura”.

Por eso Naty no dudó en sumarse al grupo de amigos -su hermano incluido- que el pasado fin de semana se puso como meta coronar la cima de España, esa cita a 3.718 metros de altitud que todos los canarios llevan apuntada en su agenda vital.

“Cuando aun me quedaba un trecho para llegar al refugio [Altavista, a 3.270 m] me di cuenta de que no llegaba, que perdía la sensibilidad a cada paso. Fue mi hermano el que me vino a buscar y tiró de mí”. La protagonista de esta historia se enteró después de que la altura dilataba el metal al descender la presión y que un tornillo se desplazó fatalmente, presionando un nervio cervical.

Poco a poco, Naty dejó de sentir sus piernas mientras descansaba tumbada ya en el refugio. Apenas podía moverse, al punto que el aturdimiento le hizo pedir un Voltarem a los efectivos de Cruz Roja que se interesaron por ella. Estos, asustados al ver el estado en el que se encontraba, fueron quienes alertaron al Cecoes 1-1-2 de lo que pasaba.

Cómo salvarla

“Sentí que se me rompía la espalda y les supliqué para que no me movieran… ¡Era tan intenso el dolor!”. Fue cuando fueron a subirla a una camilla cuando Naty y los presentes supieron que desandar el camino no era una opción viable ante el agravamiento de las dolencias de la mujer. Así las cosas, solo restaba confiarse a la pericia del otro protagonista de esta historia, Ramón Mesa, el piloto del helicóptero del Grupo de Emergencias y Seguridad que voló al lugar y a quien un comunicado del 1-1-2 define como “experimentado en rescates en lugares de difícil acceso en los que no es posible tomar tierra de forma plena”, y al que ayudó “las condiciones atmosféricas de ese día que permitieron la maniobrabilidad del helicóptero en circunstancias de seguridad para tripulación y afectados”.

“Ahí ya no me enteré de mucho, la verdad, no recuerdo casi nada del helicóptero”. Naty empeora a ojos vista “y entre unos cuantos se pudo atarla a la camilla y llevarla al helicóptero, que parecía suspendido en el aire, era algo irreal”, explica Álvaro Armas, autor de la instantánea que ilustra esta información y testigo de la proeza de Mesa. Porque el piloto, cuando llegó al lugar, “comprobó que las condiciones del terreno hacían inviable la toma de tierra, y optó por realizar un apoyo parcial de la parte delantera de los patines de la aeronave”, reza la nota de prensa del Cecoes.

Porque la aeronave, inmersa en uno de los rescates a mayor altitud realizados en España, se posó, digamos, de puntillas, lo justo para que descendieran los especialistas que luego lograrían subir a Naty al helicóptero, que tomó rumbo hacia el Hospital Universitario de Canarias.

Por la carrera

“Volví a enterarme un poco de lo que pasaba ya camino del hospital, porque nos dejaron en tierra y la ambulancia tenía mucho cuidado de no coger los baches”, detalla la accidentada, algo aliviada gracias a la medicación que le facilitaron de urgencia para aligerar la presión con el nervio.

“Iban a operarme aquella misma noche, pero hubo un accidente en una carrera de automovilismo [Rally de Granadilla] y optaron por atender a los heridos allí”. Al día siguiente Naty ya estaba en casa, donde ayer atendía a DIARIO DE AVISOS. “Acaba de irse el médico que me pincha, y dice que ya es hora de intentar caminar y moverse un poquito. Me siento con ganas, pero soy consciente de lo que ha pasado”.

Pronto será operada para retirar el dichoso tornillo y, cuando esté bien, “a la playa, que desde allí también se ve el Teide”.