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“El Everest se ha convertido en un circo”

Sebastián Álvaro, en una de sus expediciones. | DA

PEDRO MILLÁN DEL ROSARIO | Santa Cruz de Tenerife

Sebastián Álvaro, creador del programa de televisión Al filo de lo imposible y uno de los nombres con mayor número de expediciones realizadas en todo el planeta, visitó la Isla hace unos días para participar en la clausura del X Ciclo de Conferencias Escuela de Viajeros Thor Heyerdhal, acción que organiza el Aula de Turismo Cultural de la Universidad de La Laguna y el Parque Etnográfico Pirámides de Güímar. En ese entorno, el gran comunicador de la naturaleza y la aventura mantuvo esta entrevista, que resultó apasionante.

-¿Es usted un viajero compulsivo? Díganos cuál fue su último viaje, y el próximo.

“Soy un viajero a la antigua usanza, no de los que coleccionan postales para enseñárselas a los amigos, como el que colecciona sellos. Creo que viajar, y más aún realizar aventuras, es una fuente de conocimiento y, como tal, una búsqueda constante que tiene que ver con nuestra esencia. Para mí viajar supone sentirme vivo. Estoy de acuerdo con Kipling cuando dijo que sólo hay dos clases de hombres: los que salen a recorrer el mundo y los que ven pasar la vida bajo su ventana. Mis últimos viajes han sido al Ruwenzori (Uganda), Nueva York y Roma. Y el próximo lo emprenderé en unos días, pues me marcho a Pakistán. Será una expedición de vuelo y alpinismo en el Karakórum”.

-En los últimos años vuelve usted con persistente regularidad a Canarias, en concreto, a Tenerife. ¿Qué tiene esta tierra que le motiva?

“La naturaleza de las Islas, sus paisajes, de grandeza y exclusividad únicas, y los amigos, no menos grandes. Volver a Canarias es como volver a casa”.

-En fechas recientes, un médico residente en Tenerife falleció en el Everest mientras bajaba de la cumbre, tras hollar utilizando los servicios de una compañía comercial, de las que han popularizado la posibilidad de llegar a la cima del mundo a cualquier persona. ¿Qué reflexión le merece?

“Sólo puedo hacer una valoración global de lo sucedido esta temporada en el Everest. Creo que, desde hace tiempo, el Everest se ha convertido en un circo lleno de vanidades y ambiciones desmedidas. La montaña más alta de la Tierra ha entrado, como una mercancía más, en el circuito comercial de lo que se vende y se compra de una forma banal. De repente se ha pasado a considerar que cualquier persona tiene que tener la oportunidad de subir al Everest de una forma segura, que es lo que venden estas agencias comerciales. Sin embargo banalizar el Everest, o cualquier otra montaña, es un error muy grave que se paga muy caro. No contar que el 4% de las personas que intentan subir al Everest fallecen y se quedan en la montaña es una estafa además de una actitud imprudente. Por otro lado, y como consecuencia del dinero que entra en este entramado comercial, están surgiendo como hongos nuevas empresas comerciales, cada vez más baratas y peores, que compiten por la captación de nuevos clientes. El resultado de esta perversa conjunción: dinero, vanidad e imprudencia, puede ser devastador. Estoy convencido de que lo peor está por llegar. No puedo valorar la muerte del español que se quedó en la cara norte del Everest porque desconozco los hechos”.

-¿Se puede decir que la cumbre del Everest se ha convertido en una muestra más de la globalización y de la comercialización a gran escala? ¿Qué se ha ganado y qué se pierde con esto?

“Sin duda, globalización y comercialización son factores que, junto a otros, determinan la situación actual en la montaña más alta de la Tierra. Pero hay otros no menos importantes. Por un lado, están los medios de comunicación y la banalidad y rapidez que ha impuesto internet. No se discrimina la información y, salvo medios especializados, lo mismo vale la ascensión de un tipo al que lo van arrastrando dos sherpas (al que además le llevan las botellas de oxígeno) que la ascensión de una cordada en estilo alpino por el corredor Horbein. Es, por decirlo de una forma suave, la desinformación de la información”.

-¿Qué opinión le merece la emisión del reality de Jesús Calleja sobre la ascensión al Everest?

“Desconozco los datos de audiencia del programa de Calleja y, a decir verdad, no he visto un solo minuto, ni siquiera zapeando, de ese programa del Everest al que se refiere. Con todo el respeto para Jesús, esos programas no son de montaña sino reality shows cuyo decorado se sitúa al aire libre. Es como si Gran Hermano en vez de hacerse en una habitación se trasladara al campo. Me parece irrelevante la cantidad de gente que vea un programa para, como ciudadano y profesional de televisión que he sido, tener una opinión de esta clase de programas. La verdad es que no me interesan nada y no pierdo el tiempo en ellos”.

-En tiempos de crisis y zozobra, ¿qué puede aportar la aventura?

“La crisis actual es producto de muchos años de hacer mal las cosas y tiene causas muy profundas. La gente no ha perdido la fe en sus líderes de la noche a la mañana. La desconfianza en la clase política ha sido la suma de un buen número de actuaciones incalificables y, probablemente, de un sistema que en este momento está haciendo vías de agua por muchas partes del barco institucional. Está en crisis el sistema en su conjunto y la clase política e instituciones básicas del Estado de Derecho, como la justicia y otros. Lo primero que deberían hacer es aplicarse un ERE urgente. Y luego ponerse a trabajar. Podemos salir de esta pero tenemos mucho trabajo por delante. Desde luego que tendremos que estar unidos. Tardaremos mucho en salir y no va a ser nada fácil. Si pretendes liderar a tu gente y que te reconozcan la autoridad moral, que es la que importa, además de pedirles que asuman esfuerzos importantes y sacrificios, lo primero que tienes que hacer es dar ejemplo”.

-Cite a un aventurero que le guste.

“Déjeme que dé tres. Me quedaría con el rigor intelectual, la capacidad de estudio, preparación y diseño de operaciones de Luis de Saboya, con el liderazgo del británico Ernest Henry Shackleton y con el alpinista italiano Walter Bonatti”.