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El turismo no está para más incertidumbres

Sabemos que la situación económica en Canarias y en España es la que es; o sea, mala, y además con difícil, complicada, recuperación de la actividad productiva y con ella del empleo a corto plazo. Todos los indicadores apuntan a que habrá que esperar más de lo deseado por todos, al menos dos años, o así. Vamos, que el futuro bondadoso al que todos aspiramos en esta tierra, por desgracia, no llegará en los próximos días ni en los próximos meses. Habrá que esperar, y al menos en lo que queda de año, que es lo que aseguran los analistas, con un mayor deterioro de la situación socioeconómica: aquí, en la Península y en otros países de la Unión Europea. Así que lo vivido desde el segundo semestre de 2008 hasta hoy no es, como se suele decir, moco de pavo.

La preocupación se extiende en todos los ámbitos económicos y sociales y, entre ellos, ahora con fuerza, en el más importante de la economía de las Islas, en el sector turístico. En éste, al peor año en la llegada de turistas tras el formidable 2011, se añade la subida fiscal del IGIC a estos servicios, del 5% al 7% desde el 1 de julio pasado; el mayor deterioro en el comportamiento de la demanda peninsular, hasta ahora crucial para el éxito de la campaña estival, en especial en los destinos que se han ido quedando atrás (como es el caso de Puerto de la Cruz); la reducción del efecto positivo que en 2011 tuvo la conflictividad en países del norte de África, en lo que se ha dado en llamar la primavera árabe, y la peor tendencia en los flujos principales que alimentan el negocio en las Islas Canarias, principalmente para el caso de las llegadas de Reino Unido en el estío, en lo que sin duda la celebración de los Juegos Olímpicos de Londres ha influido demasiado. Y claro, luego está el follón de las tasas aéreas, que ya no se bonifican como se hizo en 2011.

Con este panorama, que no es el óptimo para la consolidación de los negocios vinculados al turismo, lo que ya no puede ocurrir es que el cierre del nuevo convenio provincial de hostelería se demore en el tiempo y ello implique que a la enumeración de aquellos factores, todos ellos negativos, se sume otro en la misma línea: la de la conflictividad laboral en el sector, con protestas y huelgas (con la primera manifestación prevista para el 20 de julio en Puerto de la Cruz, que cuenta con el apoyo de los principales sindicatos: el mayoritario CC.OO., UGT, Intersindical y USO, estos dos últimos sin representatividad en la mesa de negociación abierta entre la patronal Ashotel y las centrales CC.OO. y UGT). Como suele ser habitual en estos procesos, los salarios, determinadas condiciones de trabajo y argumentos de escasa rentabilidad en los negocios chocan y dificultan la fórmula final de consenso. Pero hay que seguir intentándolo, y hay que lograr, más temprano que tarde, con el apoyo si fuera necesario del Gobierno de Canarias, que no ha dicho no a la mediación, un acuerdo amplio que permita cerrar esta amenaza de conflictividad y que siente las bases de la estabilidad laboral en los próximos años. El pacto es necesario, seguro que lo persiguen las dos partes y seguro que no puede esperar mucho más. Echemos el resto y dejemos este capítulo cerrado de una vez, para afrontar el reto de apoyar la salida de la crisis.