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La Guerra de los Mundos> Carmelo rivero

Como en aquellos días de misterio en las ondas que disfruté tanto junto a Antonio José Alés, las Islas han revivido una alerta ovni a campo abierto. No siempre se dejan ver, pero en todas estas citas con el otro hipotético late un afán de grupo de hacerse preguntas sin respuesta, y Radio Club promovía happenings memorables dentro de este género. La ufología (lo ufano es otra cosa) y el fútbol sirven, salvo para intelectuales a la violeta, a la buena causa de disipar los efectos de una vida avara en ensoñaciones. La Eurocopa es paranormal: juego de galácticos. En marzo del 79 me tocó contar el famoso ovni de la luz campanuda, que resultó ser una traca de misiles. Ahora, en junio, Iker Jiménez (Iker Casillas es el extraterrestre), regresaba al futuro con una nueva propuesta de avistamientos, mientras Europa descreía de sí misma como pasó con el ovni de Gáldar. No es casualidad todo este momento. Cuando aquí abajo se nos cae la historia, buscamos la intriga en el cielo. Viene un ovni y ve cómo tiembla El Hierro y da media vuelta y se larga. Los herreños son los canarios más sinceros, pues todos ocultamos el susto que llevamos en el cuerpo, a prueba de sismógrafos. Nos ganan en el polígrafo. Acaso detrás de la calima (parafraseando la conferencia de Miguel Martín, el patrón de la banca, Detrás de la niebla), hubiera un ovni pinturero transmitiendo en directo el descalabro del planeta: primero las miserias del euro y después ese colapso “inminente” de la Tierra, si no decrece la explosión demográfica, según publican en la revista Nature el biólogo Anthony Barnosky, de la Universidad de Berkeley, y una veintena de científicos. Se nos agota la paciencia ante la peor camada de políticos (el tercer problema español) terrestres; de ahí la invocación al ovni, el mismo arrobo desengañado que inspiraba el paso del cometa de El otoño del patriarca y el que comprobé una noche de 1986 en las Teresitas, cuando la multitud alzó los ojos en la oscuridad escrutando el culebreo del Halley por si fuera una señal benefactora. Hace tiempo que no nos visita un ovni como Dios manda, con toda su parafernalia de efectos especiales, cuando en los 70 eran tan asiduos que se fraguó la teoría de una base submarina en La Tejita. En la semifinal de esta Eurocopa, Sergio Ramos metió un penalti a lo Panenka tras disparar a las nubes en la Champions, otro motivo disuasorio que espanta a los ovnis. El propio Hu Hintao pidió alegremente ver el Teide, sin duda ignorando que en tiempos se decía que era un nido de ovnis (lo digo por los secuestros). Es tal el descrédito de algunos grandes ideales (Europa misma), que se dan las circunstancias sociológicas para reeditar la invasión de los marcianos de Orson Welles, a punto de cumplirse 75 años de la célebre versión radiofónica de La guerra de los mundos, de H. G. Wells. Por cierto, nadie que yo sepa se llama Ovni.