La Virgen del Carmen es una de las muchas advocaciones de la Virgen María, cuya celebración tiene lugar cada 16 de julio. Su denominación procede del llamado Monte Carmelo, en Israel.
En la Edad Media se alababa a la Virgen como Stella Maris. En el siglo XVIII, el almirante mallorquín Antonio Barceló impulsó su celebración entre la marina, y San Telmo, hasta entonces patrono de los mareantes, se vio relegado por el patrocinio de la Virgen.
Son varios los países sudamericanos donde la celebración de diversos ritos y manifestaciones folklóricas tienen lugar en torno a la tradición carmelita. En Perú se cantan canciones de los Qollas y los Qhapac negros. Las comparsas danzan en calles y plazas bajo la autoridad del Prioste. En Chile se acompaña a la Chinita con danzas diversas conocidas como la Diablada o las Cuyacas. En España prácticamente todos los pueblos costeros rinden culto a la Virgen del Carmen, organizándose procesiones y romerías marítimas, como una de las más señaladas celebraciones de lo que Caro Baroja denominó el Estío Festivo.
En Canarias, la procesión más multitudinaria es la que tiene lugar en el tinerfeño Puerto de la Cruz. Parece que la primera se celebró en 1921, impulsada por el párroco de la Peña de Francia, quien propuso a los marineros portuenses que se desplazaban hasta Los Realejos que realizaran su procesión con una talla propia. La imagen actual es del escultor Ángel Acosta y data de 1954. Utilizando la conocida melodía del Carrascal, el pueblo corea las coplas alusivas al origen de la procesión: La Virgen del Carmen tiene / unos zapatitos blancos que se los hizo San Telmo / con las velas de su barco. / Viva la Virgen del Carmen / que hasta el muelle la trajeron / y los del Realejo lloran / por todos los marineros.