Medio ambiente >

Las concentraciones de los gases de efecto invernadero aumentan cada año

Incremento anual de gases de efecto invernadero según los análisis del Observatorio Atmosférico de Izaña durante 2011

EFE| Santa Cruz de Tenerife

Las concentraciones de los gases de efecto invernadero aumentan cada año, según datos facilitados hoy por el Observatorio Atmosférico de Izaña, en Tenerife, en el que se miden de forma continua esos gases, que tienen una enorme influencia en el cambio climático.

Los datos obtenidos en el Observatorio Atmosférico de Izaña, de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), indican que con respecto a 2010 el pasado año han aumentado en el 0,6 por ciento las concentraciones de dióxido de carbono (CO2), en el 0,55 las de metano (CH4), en el 0,32 las del óxido nitroso (N2O) y en el 3,9 las de hexafluoruro de azufre (SF6).

Las medidas de dióxido de carbono y metano se realizan en el Observatorio de Izaña desde 1984, mientras que las de óxido nitroso y hexafluoruro de azufre se iniciaron en 2007.

Los datos se observan en la web www.aemet.izana.org, y los investigadores recuerdan que el efecto invernadero es natural y no es dañino en sí, sino que permite el desarrollo de la vida en la Tierra, ya que gracias a él se disfruta de temperaturas templadas, que hacen posible el desarrollo de los seres vivos.

Lo que sí es nocivo es el incremento rápido en la concentración de estos gases de efecto invernadero como consecuencia de las actividades humanas.

En la actualidad lo que ocurre es que el aumento tan grande de las concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera desde la revolución industrial está aumentando el efecto invernadero, lo que provoca un cambio en el clima.

El hexafluoruro de azufre atmosférico es un gas poco importante de momento en el efecto invernadero porque su aportación al calentamiento global es unas 500 veces menos importante que la del dióxido de carbono, debido a que su concentración es muy baja (en torno a entre 5 y 10 partes por trillón).

Pero su capacidad para absorber radiación infrarroja es muy superior a la del CO2 (unas 37.000 veces) y su tasa de crecimiento es elevada, en torno al 4,1 por ciento anual, por lo que es necesario vigilar su evolución.

Este gas se produce de manera industrial para usarlo como aislante en equipos de distribución de electricidad y tiene una larga vida en la atmósfera, en torno a los 3.200 años.

Respecto al óxido nitroso, N2O, que es el cuarto gas en importancia por su influencia en el aumento del efecto invernadero, su presencia en la atmósfera ha aumentado a un ritmo del 0,2 por ciento desde 2007.

La presencia del óxido nitroso era antes de la revolución industrial de 270 moléculas por cada mil millones de moléculas de aire, mientras que en la actualidad la cifra es de 325.

El óxido nitroso lo emiten a la atmósfera fuentes naturales y antropogénicas como océanos, suelos, quema de biomasa, uso de fertilizantes y varios procesos industriales.

En cuanto al metano, que es el segundo gas en importancia de incremento de efecto invernadero atmosférico, tras el dióxido de carbono, su presencia en la actualidad es la más elevada de los últimos 650.000 años.

La tasa de crecimiento de este gas, CH4, fue elevada entre 1985 y 1991, mientras que entre 1999 y 2006 bajó a prácticamente cero, para volver a registrarse un incremento notable desde el último año citado, para superar las tres moléculas por cada mil millones de moléculas de aire seco desde entonces.

La fracción de metano en la atmósfera era de 715 moléculas por cada mil millones de aire seco antes de la revolución industrial y en la actualidad es superior a las 1.800.

La contribución del metano al aumento del efecto invernadero es una tercera parte de la que provoca el dióxido de carbono, y se destruye en la atmósfera mediante reacciones químicas haciendo que cada molécula tenga una vida media en la atmósfera de ocho años.

En cuanto al dióxido de carbono, el gas de efecto invernadero más importante, su aumento es cada vez más acelerado, con un incremento anual de unas dos moléculas por un millón de moléculas de aire, y su vida media en la atmósfera de superior a los 50 años.