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Líderes de paja > Juan Henríquez

Exceptuando a los conservadores del Partido Popular que entienden la democracia de una manera muy sui géneris, digamos que la practican con excesivo celo patriarcal, y en la que conviven como el mal menor a sus postulados ideológicos, el resto de fuerzas políticas andan huérfanas de liderazgo, en el bien entendido que hablamos de líderes sólidos, con voz autorizada y capacidad de reto a las voces discordantes. Hablamos del líder que se dirige a la ciudadanía, y no solo convence, sino que genera confianza sobre lo que dice o defiende. Pues bien, basta con repasar los partidos políticos al uso, para darnos cuenta de que todos, sin excepción, carecen de líderes que marquen el rumbo y las pautas de las ideas que defienden.

Hablemos, por ejemplo, del PSOE y Rubalcaba. Siempre fue un comodín en las diferentes etapas del partido, tanto en el poder, como en la oposición, y al parecer con una aprobada gestión en las tareas encomendadas. Pero, al aceptar el reto para dirigir al partido, bien por deseo expreso o por las presiones recibidas por el aparato que no querían desprenderse de sus privilegios, cometió el gran error de su vida política: aspirar a ser lo que nunca fue, un líder. Rubalcaba no solo está puesto en cuestión dentro del PSOE, sino que no genera credibilidad y confianza en el electorado, y a los resultados de las últimas elecciones generales me remito. Se mantiene en la Secretaría General, aunque con bastantes voces en su contra, gracias al control de algunos territorios que prefieren estar dirigidos por un mediocre dirigente, que por un líder que les amargue la existencia.

Sin abandonar a los socialistas, nos situamos en Canarias. Ahí tienen a un dirigente, José Miguel Pérez, que pinta menos que una brocha sin pelos. Una solución de urgencia para sustituir a Juan Fernando López Aguilar en el que la socialdemocracia del partido, es decir, el aparato, encontró a un iluso hombre académico que prestara su bondad fotográfica para presentarlo como candidato a la presidencia del Gobierno canario, cosechando la mayor derrota sufrida por el partido socialista, reduciendo de 26 a 15 el número de diputados regionales; y ahí está, tan campante, sin asumir ningún tipo de responsabilidades, como si nada hubiera pasado, rodeado de chupasangres del poder.

Nos ocupamos de CC. Los dirige un Paulino Rivero al que le han salido más enanos que al cuento. Pretende dirigir un partido que él mismo dinamitó. En el reciente congreso salió pidiendo agua por señas. El último piropo que le ha regalado su propia gente es llamarlo “prepotente y egoísta”. El pueblo se pregunta, y con toda la razón del mundo: ¿cómo un dirigente que es de dudosa solvencia política en su partido, puede ser el presidente del Gobierno de Canarias? Pues ahí lo tienen, más chulo que un colgante de platino. ¿Entienden ahora ustedes el origen de la democracia tan deteriorada?, ¿el por qué estamos, como estamos? Es que con estos líderes de paja sin mando en plaza, cuestionados por sus propios compañeros, no vamos a ningún lado. Saben qué les digo: ¡mándense a mudar!

Ijuanguanche@telefonica.net