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Los montes y la ciudadanía > Ricardo Melchior Navarro

Tenerife recupera poco a poco la normalidad. Tras cinco días de lucha intensa contra el fuego, los que van desde el domingo al viernes pasado, la población isleña se ve aliviada de la lógica preocupación sufrida por el terrible incendio forestal que afectó a los municipios de Vilaflor, Adeje y Guía de Isora. Después de cinco años de cierta calma, periodo en el que nuestros montes no registraban incidentes de una envergadura similar, hemos vuelto a sufrir las consecuencias del fuego en la zona boscosa de la geografía insular. Por más que en este periodo se hayan extremado las medidas de prevención y concienciación, además de fortalecer de manera extraordinaria los dispositivos de lucha contra incendios, la fatalidad nos ha obligado a enfrentarnos a otro siniestro de consideración.

El desarrollo eficaz de esa lucha, que resultó ardua y agotadora, ha contado con la firme y decidida participación de todas las administraciones implicadas: Cabildo de Tenerife, Gobierno de Canarias, Administración del Estado y Ayuntamientos. De forma conjunta y coordinada, con el inestimable respaldo de la sociedad civil, articulada a través del voluntariado, pudo llevarse a cabo esta difícil tarea. Sin duda, la experiencia adquirida con el tiempo, igual que el comportamiento ejemplar de nuestra ciudadanía, ha ayudado a superar esta contingencia de una manera muy diferente a la de episodios lejanos. Sobre todo en un apartado fundamental: la salvaguardia de las personas, nuestra principal preocupación.

Conviene tener en cuenta, además, que esta labor ingente se realizó en medio de una meteorología muy adversa, una ola de calor excepcional, que en muchos instantes obligó a trabajar en condiciones sobrehumanas. La alta profesionalidad de los efectivos empleados, tanto por su cualificación como por su entrega, hace que nos sintamos especialmente orgullosos de la respuesta ofrecida. Y sucede igual con la población, tanto de las localidades afectadas por el siniestro como del resto de municipios, incluso de otras islas, que de manera espontánea integraron una cadena solidaria que ayudó a sobrellevar mejor esta difícil situación.

A partir de ahora, queda por acometer nuevas tareas. Junto a la extinción total de este incendio, los técnicos trabajarán en el esclarecimiento de las causas, para conocer con certeza qué dio origen a este siniestro.

De la misma manera, se evaluarán con detalle las consecuencias en la flora y la fauna de la zona afectada, con el fin de restaurar los daños ocasionados, acudiendo incluso a los fondos de otras instancias administrativas, que han de contribuir en la recuperación de estos espacios. La experiencia adquirida en situaciones anteriores conduce a confiar en que más pronto que tarde logremos que la superficie afectada por el fuego recupere su estado original.

Pero habrá que extremar el rigor de la vigilancia sobre todo el patrimonio forestal de la Isla, con máxima prudencia en el desarrollo de cualquier actividad que se realice en el interior y en las proximidades de nuestros montes. Como hemos venido advirtiendo con reiteración durante los últimos tiempos, la sequía que sufre la Isla obliga a ser estrictos en la prevención. Y para ello se requiere la participación activa de toda la ciudadanía. Por muchos medios humanos y técnicos que tengamos para intervenir ante cualquier fuego o conato, la custodia y el cuidado de los bosques isleños nos compete a todos. Potencialmente, se trata de la actividad para la que disponemos con más efectivos: todos los habitantes de la isla de Tenerife.

La Agencia Estatal de Meteorología dio a conocer recientemente un dato que ayuda a la reflexión. Según se desprende de un estudio sobre el calentamiento global, elaborado con el Observatorio de Desarrollo Sostenible de Canarias, la temperatura media de Tenerife se ha incrementado 0,09 grados centígrados por década, desde 1944. Esto quiere decir que ha subido algo más de medio grado y se entiende así que el invierno pasado haya sido uno de los más secos en el último medio siglo. Con estas condiciones, cabe entender con sencillez la fragilidad de nuestros montes, sobre todo al llegar la estación veraniega.

Por eso apelamos, más que nunca, a la comprensión ciudadana ante cualquier medida que adoptemos para la custodia de nuestro patrimonio natural más preciado. El cuidado y la vigilancia de los montes de la Isla es cosa de todos. Lejos de tratarse de una frase hecha, acudimos a un principio básico en el comportamiento que debemos ejercer como ciudadanos responsables, día a día, para que hechos como los sufridos esta semana no vuelvan a repetirse.

*Presidente del Cabildo de Tenerife