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No los quieren ni en sus casas > Cristina Tavío Ascanio

No se lo creerán, pero ahora resulta que los problemas del Archipiélago los va a arreglar Fernando Ríos aplicando la ponencia ideológica del V Congreso Nacional de Coalición Canaria. Tan sencillo como eso. Según escribía la pasada semana en la prensa regional, la solución a nuestros males está en obtener el reconocimiento internacional de las Islas como un “territorio dotado de plena autonomía interna en el Estado español”, en el marco de las resoluciones 742 (VIII) y 1.514 (XV) de la ONU.

De entrada, la necesidad de recurrir a estos descontextualizados pronunciamientos, redactados hace más de cincuenta años por las Naciones Unidas para abordar el colonialismo tras la Segunda Guerra Mundial, ya evidencia una preocupante falta de argumentos; pero si reparamos en el resto de la exposición, la desconexión del autor con la realidad resulta alarmante.

No tengo por costumbre contestar a los artículos de opinión política, ni pretendo polemizar con Ríos, pero hay disparates que no pueden quedar sin respuesta, y menos cuando los firma un cargo público de nuestra Administración. Asegurar rotundamente que el actual modelo autonómico “ya no colma ni resuelve nuestras pretensiones como Pueblo” (escrito así, con mayúscula) traspasa el límite del despotismo en el que suele moverse esta nueva generación de jóvenes mal llamados nacionalistas, criados en el capricho y la abundancia de los despachos públicos que otros ganaron para ellos.

Cuando llegas al punto de hablar en nombre del pueblo sin tener en cuenta su opinión acabas creyéndote que el pueblo eres tú, y entonces mejor dedicarte a otra cosa. Defender la independencia de Canarias es tan legítimo como cualquier otro ideario, pero erigirte en guardián de las esencias “archipielágicas” y calibrador oficial de lo lejano no es otra cosa que una soberana majadería.

Me sorprende que gente tan joven siga manejando conceptos tan arcaicos como el de la distancia y las fronteras, en plena era de la comunicación y lo global. En cualquier caso, para ser consecuentes con su ombliguismo, deberían entender que en realidad son los demás territorios los que están lejos de Canarias y no nosotros de ellos, aunque para eso tendrían que quitarse de encima los muchos complejos que tanto limitan su perspectiva.

Alguien debería explicarle a Fernando Ríos, Comisionado para el Desarrollo del Autogobierno y las Reformas Institucionales del Gobierno de Canarias, que los problemas de esta tierra no son el autogobierno ni la soberanía, y que la mayoría de los canarios no pensamos como él. De hecho, ni siquiera los votantes de su partido piensan como él. Los verdaderos problemas del pueblo canario, en cuyo nombre cree hablar, son el paro y la exclusión social, un modelo económico obsoleto, una administración pública que no podemos permitirnos por cara e ineficaz, y un Gobierno regional incapaz, que ha hecho del lloriqueo su política de Estado.

El problema de Canarias es que nos desgobiernan dos perdedores a quienes no quieren ni en sus casas, como se demostró en sus respectivos congresos. Paulino Rivero y José Miguel Pérez son dos náufragos de la política que se aferran al poder como única tabla de salvación. Lo importante ahora no es saber quién de los dos se salvará, si es que sobrevive alguno, sino evitar a toda costa que arrastren con ellos a nuestro pueblo.

Cristina Tavío Ascanio Parlamentaria autonómica y vicesecretaria del PP en Canarias