entre nosotros > Juan Henríquez

¿Sobran políticos? > Juan Henríquez

Vamos a ver si me aclaro porque a mí la pregunta tan genérica no me termina de gustar; es más, hasta puede ser interpretado de manera interesada en contra de la democracia. Como consecuencia, un servidor prefiere hablar de una profunda reestructuración de la Administración pública española, incluida la reforma constitucional a través del correspondiente referéndum de participación popular. Parece evidente que ha pasado el tiempo suficiente para que salgan a flote aquellos defectos y valores democráticos que en su momento no supimos, o no pudimos, introducir en el texto constitucional.

Por eso propongo que salgamos a la calle y hagamos a la gente las siguientes preguntas: ¿sobran políticos?, ¿hay que eliminar instituciones?, ¿hay que limitar el número de liberados políticos?, ¿hay que reducir al personal de confianza y asesores?, ¿hay que aminorar el parque de coches oficiales?, ¿hay que establecer topes salariales en los sueldos de los políticos?, ¿hay que aprobar las listas electorales abiertas?, ¿hay que limitar a dos o tres legislaturas los mandatos? Y, por favor, añada usted cuantas interrogantes se les ocurran, que estoy seguro de que habrá muchas más de las expuestas por este servidor. De momento me atrevo a confirmar que una aplastante mayoría de los ciudadanos responderá afirmativamente; por consiguiente, no me explico cómo conociendo los políticos esta opinión popular se resisten a una profunda reforma de la Administración pública española.

A mí se me ocurre poner dos ejemplos muy ilustrativos que determinan de una manera inequívoca la reforma de la Administración pública. El primero de ellos tiene que ver con el Senado español. Habiendo, como lo hay, un clamor popular de que estamos ante una institución que no sirve absolutamente para nada, a la que se conoce con el sobrenombre de cementerio político, aparte de que su sostenimiento cuesta a los españoles entre 55 y 60 millones de euros anuales, a quienes elegimos para que allí nos representen son los lameculos de los partidos políticos, a aquellos que se premia sentándolos entre los 259 sillones de los gandules del reino. Puede que algunos se sientan aludidos, pues que se fastidien.

El otro ejemplo que quería señalar es más cercano; hablo del Parlamento canario. Si recurrimos a la estadística interna veremos que estamos ante los políticos más vagos y mejor pagados de todas las instituciones canarias. No hay sino que ver las luchas internas en los partidos, las puñaladas traperas, para darse cuenta de lo que vale un puesto de diputado/a regional. Pero…: ¿qué ocurriría si decidiéramos reducir a la mitad el número de sus señorías, por ejemplo, a un parlamento de 30?, y además eliminar los privilegios de los que disfrutan; y si quieren tenerlos, como el común de los ciudadanos, que se lo paguen de su bolsillo. Ahora me saldrá el tonto de siempre recriminándome que eliminar/reducir políticos e instituciones significa adelgazar la fortaleza de la democracia. Ni que ésta dependiera de enchufados y gandules cobrando un pastón que te cagas. ¡Fuche dromedario!

juanguanche@telefonica.net