JOSÉ LUIS CÁMARA | Santa Cruz de Tenerife
Se conocen desde hace sólo unos días, pero Airam ya no se separa de Ayalew. El joven tinerfeño, de sólo 3 años de edad, vivía con intensidad las semanas previas al viaje; deseaba ir a Etiopía para abrazar a Ayalew; no le importaban las horas de avión ni la distancia que les separaba. Sólo quería ir a buscar a su hermano.
El encuentro se produjo hace una semana, diez días después de que Airam y sus padres aterrizaran en Adis Abeba, la capital del país africano. El trayecto, aunque tuvo un final feliz, no fue nada fácil. Duró cerca de dos años, desde que Carlos Sánchez y su mujer decidieron solicitar la adopción de un niño etíope. Como ellos, cerca de medio centenar de familias del Archipiélago están en trámites para acceder a un menor del país africano, que en los últimos dos años se ha convertido en uno de los principales emisores de adopciones internacionales.
No en vano, en 2011 llegaron a las Islas 116 menores extranjeros, la mayor parte de ellos de China y de la propia Etiopía. Este año, según aseguran desde la Dirección General del Menor, las cifras serán similares, e incluso es probable que aumente el número de menores etíopes que aterricen en Canarias. Uno de ellos será el pequeño Ayalew, al que sus padres adoptivos acaban de recoger en Adis Abeba, la caótica capital de uno de los países más desfavorecidos y golpeados de todo el África Oriental.
Huérfano de nacimiento, el pequeño Ayalew llegará a España merced a las gestiones realizadas por Amofren, entidad colaboradora de adopción internacional (ECAI), certificada por Ministerio de Asuntos Exteriores; y al apoyo de la Asociación Canaria de Familias Adoptantes en Etiopía.
Ésta, según explica uno de sus impulsores, Carlos Sánchez, surge como “vehículo de ayuda, información, asesoramiento y vínculo” entre familias adoptantes del Archipiélago.
“Queríamos que los niños pudieran tener en el futuro contacto con otros chicos etíopes, para que no pierdan la relación con su país de origen”, explica a este periódico Carlos Sánchez, que junto a otros padres ha retomado el proyecto de una asociación que dejó de funcionar hace ahora un lustro.
“Hace dos meses hicimos un primer acto, a modo de presentación y punto de partida de la entidad, y además recaudamos unos 500 euros para el proyecto de construcción de un hospital en Etiopía, de la ONG Beteseb”, recalca Sánchez, que deja claro que la asociación está abierta a cualquier familia española -no sólo canaria- que esté interesada en adoptar en el país africano.
Para ello, han creado un perfil en Facebook, tienen una página web en construcción y preparan varias iniciativas para después del verano. “En septiembre, Etiopía celebra el Año Nuevo. Por eso, queremos hacer otro acto para recaudar fondos, para continuar realizando acciones de cooperación y ayuda al desarrollo en el país africano”, denota Carlos Sánchez, que viajó a Etiopía cargado de ropa y medicamentos donados por una farmacia y una tienda de ropa de la Isla.
“Escogimos Etiopía porque la mayor parte de países donde se puede realizar ahora una adopción internacional ponen muchos problemas, y además el proceso es mucho más lento”, señala Carlos Sánchez, que recuerda que una adopción en el país africano dura entre 12 y 18 meses.
Previamente, no obstante, existe todo un proceso y unos estrictos requisitos para las familias adoptantes, que son supervisadas por la ECAI y la propia Consejería de Políticas Sociales del Ejecutivo canario.
Rango de edad
Los niños suelen tener procedencia diversa, aunque en la mayor parte de los casos se trata de menores huérfanos o abandonados por sus familias. También se escogen por rango de edad, y en función de la familia adoptante.
Así, si los padres adoptivos tienen hijos, los adoptados deben ser al menos un año menores que los biológicos.
El proceso culmina con varios juicios previos a la adopción y la propia recogida del niño, que obliga a los padres adoptantes a pasar entre 15 y 20 días en Etiopía.
Ya en casa, y hasta los 16 años de edad, el menor tendrá que pasar un informe psicológico anual, que certifique la idoneidad de su integración en el nuevo núcleo familiar.
“Es un proceso caro, que puede suponer un coste superior a los 15.000 euros. Pero el dinero es lo de menos cuando hablamos de la ilusión de unos padres y el futuro de un niño”, concluye Carlos Sánchez.