JOSÉ ANTONIO FELIPE | Santa Cruz de Tenerife

Andrés Mata dejó de ser anónimo al ganar un diploma olímpico hace una semana. A su llegada a Tenerife nos cuenta que sus padres tuvieron que pagar en los Juegos para verlo actuar o que un olvido provocó que acabara practicando halterofilia.

-¿Está todavía en la nube de los Juegos Olímpicos?

“Sí, incluso justo ahora, al llegar a casa, estaba viendo las pruebas de atletismo por televisión. Estaba pensando que es increíble haber tenido al lado mío a alguno de ellos. Estoy convencido que a Mario Pestano le va a salir todo bien a la próxima”.

-¿Le costó asimilar que había logrado un diploma olímpico con 19 años?

“No, no costó mucho porque había trabajado para ello. Si subí posiciones gracias a las malas competiciones que hicieron los demás: perfecto. Mi objetivo era poder situarme entre los tres primeros de los Juegos y al final gracias a Dios logré conseguir mucho más. Una vez allí te das cuenta que en la competición puede pasar de todo. Salió todo como nosotros queríamos y llegó la oportunidad de ser sextos”.

-Usted levantó por la mañana y tuvo que esperar a la tarde para saber el puesto final: ¿lo pasó mal durante esas horas?

“Por la tarde competía el grupo de los mejores, se supone; y la verdad es que nada más empezar la competición, uno de ellos se retiró, así que tenía asegurado el diploma bastante pronto. Estaba muy contento al ver a mi familia. Valió la pena comprar las entradas para vivir ese momento”.

-¿Su familia tuvo que comprar las entradas para poder verle competir en los Juegos?

“Sí, tuvimos que comprar las entradas porque la federación no te proporciona entradas para tu familia. Es así”.

-¿Por qué esa división en dos grupos?

“Por ejemplo, si hay 14 deportistas no podemos hacerlo todos en una misma serie porque seríamos demasiados para competir en halterofilia con garantías. Una vez has logrado tu marca personal existen unas listas en las que te apuntas y, según esas marcas, los organizadores del evento divide entre mejores y peores. El grupo B es el de los peores y el grupo A de los mejores”.

-Y allí compitió contra alguno de sus ídolos…

“Debido a que están haciendo mucho controles en esta Olimpiada y que algunos de los favoritos no están en la mejor forma, no han podido ir a Londres. Mi levantador favorito, Dmitri Khokhlov, que es ruso, no pudo ir por circunstancias médicas”.

-Explíqueme cómo es estar en la villa olímpica y cruzarse con estrellas de renombre mundial en lo deportivo…

“Es asombroso porque no estás acostumbrado a ver tanto atleta de élite junto y los ves convivir contigo, los ves entrenar… Me gusta mucho el ambiente olímpico y ese sentimiento patriota de cada delegación”.

-¿Cómo entró en un deporte en el que da la sensación que se sufre tanto?

“Yo no sufro tanto como pueda parecer desde fuera. Mi entrenador hacía captaciones en los institutos para llevar a gente a su gimnasio a entrenar y decidió llevar a mi primo. Un día mi primo se dejó el móvil en el gimnasio y yo lo acompañé a buscarlo y el entrenador me vio y me dijo si quería ir y como tenías las tardes libres empecé a ir”.

-Y al final el que se quedó fue usted…

“Ellos también han seguido, pero no en el alto rendimiento, sino a otro nivel”.

– ¿Cómo es la vida a diario de Andrés Mata?

“Yo resido en Madrid, en la Residencia Blume para deportistas, y en vacaciones y Navidad vengo a la Isla a visitar a mi familia. Entreno unas seis horas cada día”.

– Menudo lío se montó en medios nacionales que decían que era usted valenciano…

“Sí, pero de Valencia, en Venezuela, no en España. A los cuatro años llegué a Tenerife después de haber vivido hasta los seis en La Palma”.