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Asma> Andrés Brito

Hace años me confirmaron que era asmático. Ante la cara que puse, el especialista se apresuró a decirme que una persona aquejada de asma no sólo puede llevar una vida normal sino que con los controles apropiados y el entrenamiento correcto puede llegar a convertirse en… Miguel Induráin, formidable deportista cuya afección pulmonar no le impidió, por ejemplo, convertirse cinco veces en campeón del Tour. De hecho, el asma parece ser la patología más frecuente entre los atletas olímpicos. ¿Y qué?

Te preguntarás qué tiene esto que ver con el coaching. La respuesta es sencilla: en muchas ocasiones los coaches nos hallamos ante clientes que manifiestan lo que denominamos “creencias míticas” asociadas a ciertas palabras, como por ejemplo “un asmático no puede hacer ejercicio”. La forma de abordar este tipo de afirmaciones que a todas luces cierran oportunidades (técnicamente se dice que son limitantes) consiste en desafiarlas con preguntas poderosas que incluyan alguna evidencia científica: “y si eso es así, ¿cómo es que Miguel Induráin, que es asmático, es uno de los atletas más importantes de la Historia?”. Ya hemos tratado las creencias en nuestro Diario del Coach pero vale la pena profundizar en este tema. Creencia es cualquier afirmación que asumimos como verdadera y que tiene una extraordinaria influencia en nuestro comportamiento, pues nos da o nos quita permisos para hacer (o no) ciertas cosas.

Un buen coach no juzgará jamás las creencias del cliente pero las cuestionará en caso de que no potencien sus capacidades. Las “creencias míticas” (aquellas que son pareceres no contrastados con datos empíricos) pueden ser delicadas si reprimen la acción: en el ejemplo que hemos puesto del asmático, su creencia se transforma en un freno no ya para batir marcas sino, simplemente, para cambiar sus hábitos sedentarios. Reconocer un dato objetivo que contradiga la creencia puede ser el primer paso para reformularla o sustituirla por otra más estimulante.

Piensa en algo que te gustaría conseguir y pregúntate por las creencias que tienes asociadas a las palabras que describen ese estado deseado. Por ejemplo: querrías irte de crucero con tu pareja en las próximas vacaciones, pero de inmediato te surgen “creencias míticas”: “eso es muy caro”, “no es seguro”, “es aburrido”. Todas ellas cierran posibilidades. Te propongo un ejercicio sencillo para practicar el cambio de creencias: busca datos objetivos que desmientan estas tres afirmaciones. Y fíjate en cómo cambia la perspectiva sobre el deseo analizado.

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